No solo las sociedades mercantiles pueden acogerse a un concurso de acreedores para intentar salvar las deudas contraídas. Las personas físicas cuentan con un procedimiento similar para hacer frente a las reclamaciones monetarias de sus acreedores. Los Juzgados de Primera Instancia de la ciudad registraron durante el año pasado y los primeros meses de éste una docena de concursos voluntarios presentados por vigueses que se vieron asediados por las deudas. En total son 13 las personas que en los últimos meses se decantaron por esta fórmula de refinanciación para poder asumir sus pagos.

A diferencia de lo que sucede en los procesos concursales de negocios o empresarios, los acreedores no son habitualmente bancos o instituciones públicas, sino empresas de crédito que reclaman altas comisiones a las que el deudor no puede hacer frente. El perfil del solicitante -siempre son voluntarios y a instancia de la persona endeudada- suele responder a personas con pocos bienes pero sí con un pasivo considerable. Vigueses con varias hipotecas o las responsabilidades por ejercer de aval son otras de las razones que llevaron a la quiebra a varios de estos solicitantes.

Una vez la persona física es declarada en concurso, un administrador pasa a controlar sus cuentas y elabora una propuesta de viabilidad a tenor de sus ingresos y activos. Este plan se hace público en una junta de acreedores en la que se busca una rebaja o quita sobre la deuda acumulada. Fuentes judiciales destacan que uno de los beneficios que supone este proceso para el solicitante consiste en que mientras dure el concurso las ejecuciones contra el deudor quedan paralizadas. "Muchos solicitan el concurso con la esperanza de que la situación mejore a corte plazo ya sea porque reciban ingresos que les permitan hacer frente a estos pagos pero no de forma inmediata", sostienen profesionales de una de estas salas civiles.

¿Y si tras la junta de acreedores no se llega a un acuerdo? Esta situación ocurre en el "90%" de los casos. Esto obliga a la liquidación de los bienes o propiedades de la persona física para pagar a los reclamantes. Es en este momento cuando la función del administrador concursa es vital: sustituye casi por completo al deudor y pasa a gestionar sus cobros, sus pagos y todos sus movimientos bancarios. Antes de entrar a concurso también se puede optar por otro procedimiento: la medición ante notario.