Vigo ha ganado peso durante el último año como destino turístico dentro de la península ibérica. El aeropuerto de Peinador, las estaciones ferroviarias de Urzáiz y Guixar o la terminal de autobuses de Gregorio Espino reciben cada día a centenares de visitantes, ya sea por estudios o trabajo o simplemente por ocio. La primera imagen es fundamental para promocionar el nombre de la ciudad en todo el mundo, y la que ofrece la estación de buses a sus usuarios es catastrófica. El último capítulo de lo que ya es una novela negra lo protagonizan media docena de pequeños contenedores y cubos de basura rodeados de numerosos cartones y periódicos. Es la solución provisional ante las incesantes goteras que desde hace semanas se precipitan desde el tejado de la terminal. Comerciantes y usuarios lo tienen claro: "La están dejando morir".

La estampa junto a las dos entradas del vestíbulo principal sonroja a los trabajadores de la estación. "Es una vergüenza verla así porque la imagen que se proyecta es muy triste. Lo peor es que no es algo que nos pille de sorpresa porque llevamos años así", denuncia Simona López, empleada de una tienda de alimentación, que considera un parche la reforma acometida por la Xunta de Galicia en 2015. "La situación es todavía más deficiente que por aquel entonces. Si llueve un poco el hall se humedece y cada día hay varias caídas", lamenta. Pide además una serie de mejoras para que los usuarios sigan eligiendo el autobús para llegar a la urbe viguesa. "Es insólito que en pleno 2018 no haya una red wifi, un cajero automático o asientos cerca de los autobuses", apunta la trabajadora.

En la misma línea se manifiestan los pasajeros que cada día recorren los vetustos pasillos de la terminal. Noelia Álvarez es desde hace muchos años una habitual en la estación. Para ella la decadencia es palpable. "Nunca la había visto en tan mal estado. No solo por las goteras, que ya son el colmo, sino por el aspecto tan deteriorado que exhibe", asegura esta usuaria. Icía Domínguez, de Porriño, critica los pocos servicios que ofrece la terminal de buses de la ciudad más grande de Galicia. "Cada vez hay menos comercios y menos puntos de información", denuncia.

Pese a las buenas conexiones de Peinador con diferentes puntos de Europa, muchos turistas siguen llegando desde Oporto o Santiago. Una vez allí, viajan por carretera hasta la estación de Gregorio Espino. "La primera imagen que te encuentras es de abandono. Lleva muchos años en mal estado y otras terminales de municipios más pequeños, como Valença do Minho, están mucho mejor cuidadas. Además, no hay un puesto de información turística para los visitantes extranjeros", critica Rubén Diniz, procedente de la República Checa. "La ciudad es moderna pero la estación no está a su altura", apostilla Tomás Merino, estudiante y usuario ocasional de la terminal.

Los trabajadores critican que en los últimos años nadie haya tomado medidas ante las repetitivas goteras. "El pasado invierno se inundaron algunos puestos de venta de billetes y la Xunta no hizo nada al respecto", critica una empleada de las taquillas.

El alcalde Abel Caballero se suma a las quejas de comerciantes y pasajeros y denuncia el mal estado de una de las principales entradas a la ciudad. "Esta estación de autobuses no sería admisible en ningún país centroafricano y la palabra tercermundista resulta un halago porque no está en condiciones", lamenta el regidor.

Simona López - Comerciante

"Es una vergüenza ver la estación así porque la imagen que se proyecta es muy triste"

Rubén Diniz - Turista

"Otras terminales de municipios mucho más pequeños están mejor cuidadas"

Icía Domínguez - Usuaria

"Cada vez hay menos comercios y menos puntos de información para visitantes"

Noelia Álvarez - Usuaria

"Nunca la había visto en tan mal estado, tiene un aspecto muy deteriorado"

Tomás Merino - Usuario

"La ciudad es muy moderna pero la estación no está a su altura"