Dos días después de que FARO destapase el mal estado de la estación de autobuses de Vigo, la gerencia de la terminal ha dado el primer paso para mejorar su imagen. Aunque no ha podido solucionar el problema de las incesantes goteras que se precipitan al vestíbulo principal desde hace semanas, sí ha logrado minimizar el impacto visual de su parche provisional.

Cuando la presencia del agua en el suelo se hizo peligrosa para trabajadores y usuarios de la estación, la dirección decidió colocar cubos de basura y calderos para que recogiesen las gotas que se deslizaban por los canalones desde la cubierta. La estampa que se encontraban los turistas que llegaban a la ciudad era dantesca y muchos viajeros criticaron la medida. "Tiene una imagen tercermundista", apuntó el alcalde Abel Caballero. Ayer, la terminal amaneció con los mismos cubos, aunque los pasajeros y empleados ya no los podían ver. La gerencia optó por colocar una especie de cortinas alrededor para reducir el impacto visual mientras esperan que deje de llover durante algunos días. Desde la dirección de la estación aseguran que está previsto que varios operarios se suban a la cubierta para arreglar los desperfectos ocasionados por la borrasca "Ana", aunque para ello necesitan que las condiciones meteorológicas sean buenas para no poner en riesgo a los trabajadores.

Los comerciantes de la terminal se muestran molestos con la imagen que ofrece la estación desde hace años, aunque entienden que las últimas goteras son incontrolables. "A veces se nos inunda el garaje o nuestra casa y no es culpa nuestra. Además, no pueden poner en peligro a las personas que se van subir al tejado para arreglar el problema", comenta Puri Docampo, propietaria de una tienda de regalos y complementos.

Otros de sus compañeros son más críticos con la Xunta de Galicia, entidad que gestiona la terminal. "La están dejando morir", aseguran algunos trabajadores. Simona López, empleada de una tienda de alimentación, va más allá. "Es insólito que en pleno 2018 no haya una red wifi, un cajero automático o asientos cerca de los autobuses. Está peor que antes de la reforma", denuncia.

A la espera de que mejore la climatología, la situación de la estación de autobuses es cada día peor. La mitad de los negocios del vestíbulo principal están cerrados y los desperfectos son cada vez más frecuentes. A pesar de que en 2015 la Xunta invirtió 176.300 euros en su reforma, los problemas siguen apareciendo día a día y cada vez son menos los viajeros que escogen el autobús para llegar a la ciudad.