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Alberto González Prelcic: "No cocino para impresionar; mis platos saben a tradición y quiero que todo Vigo los disfrute"

"El proyecto en la sede del Celta tiene mucha carga emocional y debemos hacerlo muy bien"

El chef Alberto González Prelcic, con la sede del Celta al fondo. // M.G. Brea

El Real Club Celta y Silabario se alían para convertir el restaurante de su nueva sede en una cita obligada para los vigueses. El cocinero, Alberto González Prelcic, que revalidó durante seis años consecutivos su Estrella Michelín en Tui, desembarca en el corazón de Príncipe "feliz" por regresar a casa e "ilusionado" por hacerlo de la mano del equipo de sus sueños. El proyecto lleva un año cocinándose a fuego lento y el resultado podrá verse a partir de marzo. Busca reforzar la oferta gastronómica de la ciudad y optar de nuevo en noviembre al reparto de Estrellas Michelín para convertirse en la segunda de Vigo. González Prelcic se declara poco amigo de la cocina "espectáculo" y promete una carta "asequible" y "con profundas raíces gallegas".

-¿Cómo se gestó el traslado de Silabario de Tui a Vigo?

-A mediados de 2016 sentí la necesidad de cerrar la etapa de Tui y surgió un proyecto interesante para instalarnos en A Coruña que acabó truncándose por motivos ajenos a nosotros. Me puse a buscar otro espacio para seguir cocinando y pronto se cruza la opción del Celta. Hay una persona clave en este feliz confluencia que es Carlos Cao, que me transmite toda la pasión que hay detrás del proyecto del nuevo Celta y me enganchó desde el primer minuto.

-¿Por qué tardó tanto en cerrarse el acuerdo con el club?

-Ha transcurrido todo un año en el que el encuentro no siempre fue fácil, pero para un vigués del Calvario y celtista hasta la médula, este proyecto tiene una carga emocional importante que me hizo siempre valorar más lo positivo que lo negativo. Tiene más lógica que alguien de mi perfil acabe cocinando en su casa que hacerlo en A Coruña.

-Aunque su trayectoria profesional transcurrió en Tui, conoce bien O Berbés y su mercado tradicional.

-Mi madre, mi abuela y mi bisabuela nacieron y se criaron entre los barcos de O Berbés. Mi niñez transcurrió paseando entre las placeras. Mi ADN es 100% vigués y por eso estoy tan feliz de volver a casa y a la mejor localización posible. El antiguo edificio del Mercantil tiene una historia espectacular, la reforma de Alfonso Penela es un privilegio y queremos hacerlo muy bien.

-¿Siempre tuvo claro que se dedicaría a la cocina?

-Hice hasta tercero de Derecho, pero me di cuenta de que no era feliz y decidí reconducir mis estudios. En mi casa, la cocina siempre tuvo un peso fundamental. De niño ayudaba a mi madre, pronto empecé a cocinar solo de manera informar pero no me lo planteaba de forma profesional. Eso surgió más adelante. Me diplomé en el Centro Superior de Hostelería de Galicia y trabajé en diferentes restaurantes hasta que en 2008 me decidí a encabezar un proyecto propio en Tui.

-¿Les afectó arrancar coincidiendo con el estallido de la crisis?

-Seguramente empezamos en el peor momento posible y el recorrido hubiera sido otro en otras circunstancias. Fueron años de mucho esfuerzo y lo bueno es que llegaron reconocimientos que ayudaron a que las cosas salieran adelante.

-¿Qué hace diferente a su cocina en un universo gastronómico tan variado y rico como el actual?

-Mi cocina está muy arraigada en la tradición. Tiene un profundo acento gallego. Mis platos saben a humo, a unto, a caldeirada,... y todo ello con un profundo sello personal que busca aportar cosas nuevas. Pero no cocino para impresionar, para la crítica o para que otros cocineros vean lo mucho que sé. Cocino con sabor, respetando el producto y pensando en la gente. No me gusta la cocina excesivamente técnica. Para eso hay grandes restaurantes en España que se dedican a la vanguardia pura. Mi filosofía es cocinar rico y con respeto a los sabores de la tierra aunque siempre abiertos al mundo.

-¿Entiendo que no aspira a cocinar solo para una pequeña élite?

-Ahora mismo busco una cocina más cálida, íntima y asequible. Me apetece que todos los vigueses puedan disfrutar de unos platos con sabor que salen del corazón y en los que la técnica no es la protagonista. Tendremos una carta para que incluso se pueda repetir en la misma semana dos veces. Silabario Vigo ofrecerá una cocina de siempre bien elaborada y muy cuidada.

-¿Buscarán entre semana captar a un público empresarial?

-El tiempo lo dirá, pero es cierto que por el fácil acceso y la ubicación podría tener un sentido eminentemente empresarial de lunes a viernes, con un rango de precios variado, y el fin de semana un público más familiar y de parejas.

-¿Cómo se harán visibles a pie de calle estando en la azotea?

-Es un detalle en el que estamos trabajando mucho. El restaurante tiene muchas fortalezas, su ubicación es la guinda del pastel de la sede del Celta. Será un mirador espectacular, pero estar en la azotea también puede ser un handicap y la entrada independiente a pie de calle se está pensando mucho para que invite a subir.

-¿Intentarán revalidar la Estrella Michelín en Vigo?

-El reconocimiento es para el restaurante y ahora tendrán que volver a valorarnos con el proyecto en Vigo. Si llegamos a tiempo, entraríamos en el reparto de finales de año para la Guía Michelín de 2019. Veo al club muy concienciado con los plazos.

"La crisis propició una cocina efectista y facilona"

  • -Por su carácter discreto, ¿le ha pesado la Estrella Michelín? -Soy muy medido. No es más que el reconocimiento a un trabajo bien hecho durante años. A Silabario le llegó al tercero y nos ayudó a reafirmarnos. Nos indicó que el camino era bueno, algo no siempre fácil de ver porque la crisis fue dura, a veces te falta público y el premio motiva. Pero no hay que volverse loco. Esto no es más que cocina y significa que hay que seguir trabajando bien.-¿Es consciente de que no encaja en el perfil de chef estrella? -Cierto. Es un tema delicado y no se puede generalizar, pero yo no soy dado a la notoriedad. Agradezco la atención cuando llega por el trabajo bien hecho, pero no me gustan los espectáculos vanos. Cada uno tiene su sitio y el del cocinero es la cocina. No conviene sacar los pies del tiesto. Pero si hay compañeros que se sienten cómodos en otros terrenos hacen bien en explotarlo. A mí ni me gusta ni tampoco lo veo demasiado apropiado, pero es solo mi opinión. -¿Cómo ve el nivel actual de la cocina gallega? -Bueno y con margen para mejorar. El problema fue que la crisis llegó en el momento en que surgían proyectos comprometidos y barrió mucho talento. Paralizó la cocina gallega durante cinco o siete años y propició un boom un tanto artificial o inflado en el que gana peso una cocina más efectista, novedosa y sabrosa, pero también facilona. Se cogieron atajos que para mí denotan una falta de identidad y de raíz profunda. Yo soy más de tradición y la recuperación nos permitirá a todos evolucionar de forma más coherente.

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