Vigo tuvo su propio plan de desarrollo urbanístico y como ciudad en 1932. Fue en el mes de diciembre de ese año cuando Antonio Palacios desarrollo un ambicioso proyecto que entregó al ayuntamiento y que incluso fue aprobado dos años después. Sin embargo, nunca se llegó a desarrollar. Resultan especialmente llamativos algunos aspectos de una iniciativa de la que se cumplen 85 años. Muchos analistas coinciden en afirmar que Vigo sería otro si se cumplieran y ejecutaran aquellas normas. Este plan trataba de complementar otro que se desveló en 1923 pero dedicado únicamente al entorno de Samil. Ninguno de ellos triunfó y ambos quedaron guardados en un cajón. Hoy en día se conservan como documentos históricos y de gran valor. Fue Antonio Palacios, nacido en Porriño, el que plasmó la idea de crear una gran ciudad con vocación de futuro. Diseñó las líneas maestras que tendría una urbe dispuesta a acoger a más de 400.000 habitantes, según se recogía en el informe. Para ello distribuyó la ciudad en dos partes. Las llamó vía Galicia y Atlántica, respectivamente. La primera de ellas sería una zona donde se instalarían todos los edificios oficiales e incluía una remodelación de todo el centro de la ciudad. Incluso se hablaba de la posibilidad de trasladar la casa consistorial al Castillo de San Sebastián, algo que finalmente ocurrió varios años después. El centro de Vigo también se convertiría en un espacio comercial. Y se crearían amplias avenidas, zonas de esparcimiento y diversos espacios para acoger acontecimientos culturales.

La segunda parte del proyecto consistiría en establecer una zona de balnearios y playas que llegaría hasta Rande. La recuperación del litoral marítimo se convertía de esta forma en una prioridad. Antonio Palacios incluso se atrevió a pronosticar la creación de una línea marítima para el transporte de pasajeros en la ría.

El ambicioso cambio del paisaje urbanístico de Vigo fue firmado en el mes de diciembre y entregado a los responsables municipales de aquella época. Desde el ayuntamiento se consideraba como interesante y se debatió durante un largo periodo de tiempo. Fue aprobado en el mes de enero de 1934 y se puso en marcha, al menos de forma teórica.

Pero también fue el inicio de una serie de problemas que acabaron por tumbarlo. En las páginas del Decano se pueden encontrar muchas referencias al proyecto. Las grandes discrepancias comenzaron a aparecer por parte otros famosos arquitectos de aquella época. Consideraban, según sus opiniones, que la realización del Plan Palacios, como así se denominaba, no era viable en el aspecto económico. Era necesaria una gran inversión. Al mismo tiempo, destacaban los enormes problemas técnicos que suponía, entre ellos el salvar los grandes desniveles en algunas zonas.

El debate, trasladado también a la sociedad viguesa, contagió a los responsables del ayuntamiento. A pesar de que estaban dispuestos a seguir algunas de las normas previstas en la iniciativa, dos años después se dio por cerrado. Curiosamente, otras grandes ciudades españolas mantuvieron intactos proyectos similares.

El Plan Palacios tuvo un antecedente en Vigo. Fue en 1923 cuando el prestigioso arquitecto porriñés diseñó la remodelación de todo el entorno de Samil, por aquella época muy descuidado. Curiosamente, contó con la aprobación de casi todos de sus colegas, pero tampoco se realizó.