Raúl era una "CPU con patas" hasta que, hace seis años, se despertó en una habitación de hospital con la última década de su vida borrada de la memoria. Volvía a tener 32 años y sus dos hijos no habían nacido. No se acordaba de ellos y cuando los vio, confiesa que no se alegró "de forma espontánea". "En mi cabeza me preguntaba cuándo había yo tomado la determinación de ser padre", relata. Éste es, quizá, uno de los trances más duros por el que tuvo que pasar Raúl Davila Aparicio, tras sufrir un ictus. Hoy, recuperados sus recuerdos y su autonomía, a vuelto a trabajar con sus prioridades muy claras. El positivismo con el que se enfrentó a su nueva realidad es, para él, la clave del éxito en su recuperación.

Así lo recoge en el libro "Ictus. Si tú crees que puedes, puede que puedas", que presenta el próximo jueves 14, a las 19.30 horas. Lo hará en la sede viguesa Círculo de Empresarios de Vigo, el sitio en el que lo escribió a lo largo de seis meses. Busca que sirva de ayuda para todo el que se enfrente a un problema en su vida. "La actitud que tú tengas es lo que va a marcar cómo se resuelve", advierte y recomienda: "Si te paras un minuto a analizarlo desde la distancia lo veras con perspectiva".

Este graduado social sufrió un ictus atípico. Algo "rocambolesco", califica él. En mayo de 2011, fue víctima de un accidente -prefiere denominarlo "incidente" por su levedad- de moto, del que pensó que salía sin más consecuencias que un esguince y dolor en la pierna. Sin embargo, le dejó otra secuela más grave que no se evidenció hasta un par de meses después: una fisura en la carótida que le provocó un ictus.

En mitad del puente de Toralla, en julio, le fallan las piernas y le llevan al hospital. Le diagnostican primero ictus, pero luego lo tachan y lo mandan para casa. Cuatro días después vuelve a urgencias con habla entrecortada. Tampoco lo consideraron relevante. En cambio, son dos de las tres "F" que alertan de un ictus - forza y fala, a la que se suma faciana - . El problema es que, por aquel entonces, no estaba implantado en Vigo la atención integral a esta patología, que ha revolucionado la asistencia a la primera causa de muerte en la mujer y la primera causa de discapacidad en el adulto.

En su tercera visita lo ingresaron y le detectaron la fisura. Perdió el conocimiento durante tres días y, cuándo despertó, había olvidado su última década. Era incapaz de mover la parte derecha de su cuerpo, de hablar o de entender lo que le decían. Empezó entonces una "larga y lenta" recuperación. "Se requiere mucha constancia", explica. Tardó 4 años en recuperar la memoria.

Raúl, hoy responsable de Recursos Humanos de Playdesa, cuenta que había alcanzado sus objetivos profesionales con 30 años. Había sido jefe de personal en el almacén de Inditex, director personal en Álvarez y era profesor del máster de RR HH de la escuela de negocios de la antigua Caixanova, cuando sufrió el ictus. "Antes tenía un circo de siete pistas; hoy logro controlar solo cuatro, no puedo dar clases de 5 horas, como antes, pero sí conferencias", explica. Entiende que lo que hay que hacer es enfocarse al campo "en el que uno es bueno, en sus fortalezas.

Su actitud ante la vida ha cambiado. Un día antes de la presentación de su libro, participa en el primer "Café de la muerte", en Vigo, un foro en el que hablar sin tapujos sobre este "proceso más de la vida".