Con las altas temperaturas, la procesionaria está extendiendo su propagación por los pinos de la ciudad y adelantando cada año su presencia. La plaga de esta peligrosa oruga de pelos urticantes se ha multiplicado este año en los pinos del Castro, con cientos de bolsones (nidos) en sus copas, y la falta de lluvias la ha invitado a descender de ellos meses antes de lo habitual. El monte está plagado de hileras de estas larvas -de ahí su nombre- que pueden provocar importantes reacciones alérgicas en niños e, incluso, resultar mortal para mascotas si las ingieren. Ayer eran visibles en los parques infantiles.

Lo habitual era que esta oruga saliera de los bolsones y descendiera al suelo a principios de la primavera o finales de invierno, con el descenso de las precipitaciones, ya que huyen de la tierra húmeda. El año pasado ya lo hicieron entre finales de diciembre y principios de enero y, en esta ocasión, se han adelantado un poco más. El cambio climático está acelerando sus tiempos y multiplicándola.

En Vigo, en los últimos años, la principal medida que se ha tomado se centra en paliar sus efectos. Se han colocado plásticos alrededor de los troncos de los pinos para contener a las orugas cuando tratan de descender los árboles. Ni todos los árboles infectados cuentan con esta medida ni funciona siempre, ya que las larvas encuentran vías alternativas, como se muestra en las imágenes.

La zona más afectada en el monte Castro es la parte de la falda comprendida entre el yacimiento arqueológico y la antigua cafetería Mirador. También hay bolsones en los pinos de Samil, especialmente, de camino a Los Olmos. En las redes sociales se alerta de que también están afectados los jardines del Museo Liste.