La larga temporada sin precipitaciones ha dejado a Vigo con los embalses de Eiras y Zamáns en mínimos históricos y ante el riesgo de que el agua deje de ser potable antes del 26 de diciembre. En ese caso, los cortes en el suministro pueden llegar a afectar al consumo de los hogares como ya se hace en otras zonas afectadas, a menos que las precipitaciones vuelvan a caer en la ciudad con regularidad. De no ser así, además de la crisis medioambiental, el municipio registraría el año más seco en lo que va de siglo.

Para evitar que se produzca esta circunstancia, tendría que llover al menos 20 días en lo que resta de diciembre, igualando así la marca mínima de 2004, cuando solo cayó agua 138 veces a lo largo del año. Como ejemplo más reciente, en diciembre de 2016 hubo precipitaciones en 7 días.

En lo que va de 2017, y tras un mes de noviembre en el que la estación Aeropuerto de la Agencia Estatal de Meteorología registró siete días de lluvia, solo se ha dado esta circunstancia en 116 ocasiones.

La falta de lluvias ha sido una constante este año. En los meses de enero, febrero y marzo se produjo el 55% de las precipitaciones de 2017. A partir de entonces, solo en abril hubo una elevada cantidad de milímetros cúbicos de agua. La evolución en la gráfica desde el año 2000, donde se registra el total de agua por mes en cada año, muestra picos entre los meses de octubre y enero y refleja un visible retroceso desde diciembre de 2016.

Hasta la fecha, el año más seco del siglo XXI en Vigo es 2007, con 1037,7 milímetros cúbicos de agua recogidos y tras haber registrado 148 días de lluvia.