El planeta cuenta con un diario propio en el que registra de forma fidedigna su evolución natural y al que los científicos recurren para conocer el pasado y afrontar el futuro desde una posición más ventajosa. Los sedimentos marinos de Cíes atesoran la historia de sus últimos 6.000 años y de las grandes alteraciones sufridas por el Lago dos Nenos, originalmente un humedal costero de agua dulce rodeado de un paisaje muy diferente al actual y que, con el paso del tiempo, fue invadido por el océano.

Durante el último año, científicos del Centro de Estudios Avanzados de Blanes (CEAB) han descifrado este registro ecológico en el marco del proyecto Paleopark, una iniciativa pionera que también se desarrolló de manera paralela en Cabrera tras conseguir la máxima calificación en la convocatoria de I+D del Organismo Autónomo de Parques Nacionales.

"El Lago dos Nenos se ha revelado como un laboratorio de paleobiología de primer nivel. Ha superado todas nuestras expectativas. Es un archivo fantástico y hemos pedido una prórroga para mantener activo el proyecto, que terminaba este año, y reunir en 2018 en el CEAB a todos los investigadores de varios países que han participado", destaca Miguel Ángel Mateo, líder del Grupo de Ecología de Macrófitos Acuáticos (GAME) y del proyecto Paleopark.

El estudio arrancó en 2015 y los investigadores se desplazaron en junio de 2016 a Cíes para sondear el lago desde una pequeña plataforma en busca de los mejores registros. Ya en el laboratorio, detectaron una interrupción "muy brusca" en la crónica sedimentaria. Faltaba la secuencia correspondiente al periodo comprendido entre hace 3.000 y 2.000 años. Y esta ausencia fue provocada por la misma invasión oceánica que transformó lo que antes era un lago de agua dulce en un hábitat marino.

La plataforma de sondeo en el Lago dos Nenos en Cíes, durante la campaña de 2016.

"Fue emocionante descubrir que el ecosistema de Cíes era radicalmente diferente en el pasado. La gran cantidad de material orgánico así como el análisis del polen que encontramos en los sedimentos de entre hace 6.000 y 3.000 años demuestran que no era marino, sino una laguna de agua dulce. Era un humedal terrestre con nenúfares y muchos helechos. También encontramos muchas esporas de hongos típicos de estos ambientes y musgos. Fue la época de mayor diversidad del Lago dos Nenos", apunta Mateo.

Miguel Ángel Mateo - Líder del Proyecto Paleopark

"Hay muy pocos ecosistemas con este contraste ecológico, por eso es un laboratorio tan valioso"

Pero hace 3.000-3.500 años, este escenario vivió "un episodio de una gran hidrodinámica" y el mar penetró en la laguna: "Entró con fuerza y se llevó gran parte de los registros sedimentarios. Hasta que llegó a un nivel en el que dejó de erosionar y empezaron a depositarse de nuevo".

Y esas muestras posteriores certifican la existencia de praderas de zostera marina y de una gran diversidad de moluscos en el lago, que estaría rodeado de encinas, grandes brezales, jara, encinas y pinos.

Los sedimentos revelan asimismo cómo ese paisaje, con el paso del tiempo, fue alterado por el hombre. Así lo demuestra el hallazgo de restos de polen de olivos, eucaliptos, cereales y acacias. Y la construcción del dique a mediados del siglo pasado prácticamente acabó con la vida marina en la laguna.

"Hemos visto un ecosistema de agua dulce muy fértil que se fue desplazando a otro marino y, de forma más reciente, a otro con muy poca diversidad y casi abiótico. Indicadores como los carbonatos señalan que hace 1.000 años había una producciónmuy elevada de almejas, caracoles o cangrejos pero que cae de una manera clarísima. El cierre del lago con el muro y la pasarela produjo un colapso de la comunicación con el exterior. Las mareas se verifican dos horas más tarde, el tiempo de residencia del agua es mucho mayor y apenas se renueva. Cuando estuvimos de campaña la temperatura era de 24 grados, mientras fuera del dique estaba a 14. Los extremos térmicos, la colmatación y el elevado grado de eutrofia provocan que apenas haya vida. Solo encontramos algas oportunistas que viven en ecosistemas muy alterados", explica.

Los sedimentos extraídos en el parque de Cabrera, sin embargo, apenas revelaron cambios en los últimos 3.000-4.000 años. "Hay muy pocos ecosistemas con el contraste del Lago dos Nenos y esto resulta fantástico porque nos permite aprender muchas cosas sobre el tiempo que tardan en implantarse o recuperarse tras determinados eventos. Por eso es un laboratorio tan valioso. Supone un valor científico de una altísima importancia que hay que añadir al valor natural que ya tienen las Cíes", subraya el responsable de Paleopark.

A esta reconstrucción del pasado de Cíes también contribuyeron Antonio Martínez Cortizas, catedrático de Edafología de la Universidad de Santiago, y la arqueóloga Paula Ballesteros, del Instituto de Ciencias del Patrimonio-CSIC de Santiago. Ambos expertos y Miguel Ángel Mateo se reencontraron la semana pasada en Vigo durante las Jornadas de Investigación en Islas Atlánticas en las que el científico del CEAB pronunció una charla sobre "las mil caras" del Lago dos Nenos.

"La misión de nuestro proyecto se ha ampliado pues además de aportar conocimiento sobre la evolución del archipiélago también facilitamos las referencias necesarias para que las Cíes recuperen su estado original. La paleoreconstrucción nos permite conocer cómo era un ecosistema en diferentes momentos de la historia e intentar que vuelva a ser como entonces. La monitorización nunca puede ofrecer perspectivas tan largas, por eso la paleobiología debería ser una herramienta en todos los planes de gestión de los parques nacionales. Todos tienen archivos naturales que utilizar", aboga Mateo.

En concreto, el científico relaciona los hallazgos de Paleopark con los planes de Islas Atlánticas para restaurar las praderas de zostera marina en Lago dos Nenos, eliminar las plantas invasoras de la superficie terrestre y recuperar la flora autóctona.

Investigadores del CEAB trabajan en el laboratorio con uno de los sedimentos extraídos en Cíes.

Mateo plantea regresar al escenario de entre hace 1.000 y 500 años: "Es factible que el lago vuelva a un estado natural productivo. Es necesario abrir su comunicación con el exterior, pues ahora mismo la superficie total de intercambio de agua es solo de unos 80x80 centímetros. Y reintroducir la zostera marina. Se adaptan muy bien a estos procesos de restauración y podrían utilizarse praderas donantes del resto del parque. Y con la zostera llegaría de nuevo toda la riqueza de invertebrados. Respecto al paisaje, también es muy bonito ahora, pero se han perdido muchas flores autóctonas durante el último milenio e introducido invasoras como la acacia que hay que erradicar".

Mateo no descarta regresar a Cíes para seguir estudiando su paleoecología y destaca la colaboración de los gestores del parque. "Todo el personal más que amable fue entrañable con nosotros. Nos sentimos muy a gusto y por parte del director, José Antonio Fernández Bouzas, y de Vicente Piorno todo fueron facilidades", agradece.

El científico del CEAB alude a la importancia de divulgar estos proyectos para contribuir a preservar la riqueza natural: "Los investigadores tenemos que conseguir que la sociedad sea consciente de la importancia de la conservación y de que también tiene un valor económico indirecto".

Una crónica escrita centímetro a centímetro

  • Los sedimentos extraídos del fondo del Lago dos Nenos fueron divididos en centenares de muestras, algunas de las cuales viajaron hasta laboratorios de Canadá o Londres, para ser sometidas a métodos punteros. "Hemos puesto a punto técnicas muy pioneras y con buenos resultados. Y esto también tiene un gran valor", destaca el responsable de Paleopark, Miguel Ángel Mateo.El equipo desplazado a Cíes en junio de 2016, del que formaron parte los paleoecólogos del CSIC Santiago Giralt y Fernando Barreiro, expertos en este tipo de trabajos, realizó varios sondeos hasta dar "con el archivo adecuado" y extrajeron dos testigos de unos dos metros y medio de longitud total que condensan 6.000 años de historia.Cada sondeo se dividió en muestras de un centímetro de las que, a su vez, se obtuvieron submuestras para estudiar diferentes proxies o indicadores que permiten interpretar la información paleoecológica retenida en el sedimento: pigmentos, ADN, polen, metales pesados o isótopos estables, entre otros."Los carbonatos y la materia orgánica son indicadores de la productividad del ecosistema e incluso el color del sondeo revela cambios ambientales", ejemplifica Mateo. El proyecto Paleopark analizó por primera vez los pigmentos de productores primarios para caracterizar la fisiología del ecosistema, además de aplicar también de forma pionera la fluorescencia de rayos X a los sedimentos en los laboratorios de la Facultad de Geología de Barcelona. El estudio reunió a expertos en geología, edafología, arqueología, microbiología y ecología de varias instituciones españolas, además del CEAB, así como de grupos de Holanda, Reino Unido, Italia, Australia y Canadá. Antes de viajar a Vigo, Mateo también presentó los resultados finales del proyecto en las Jornadas de Investigación en la Red de Parques Nacionales celebradas a finales de octubre en Lanjarón (Granada).