"Te cuelgo, no vaya a ser que también me tengan pinchado". La justificación que ofrecía ayer a este periódico un trabajador para cortar la conversación revela la magnitud de la sospecha que la investigación de la Guardia Civil ha sembrado sobre el puerto pesquero vigués. Nada más trascender las detenciones se produjo el mismo silencio que hace un año, cuando la Agencia Tributaria irrumpió en la rula viguesa -y de forma simultánea, en las de A Coruña y Ribeira- a por pruebas documentales de la posible comercialización de pescado sin declarar.

Antes de ésta hubo más ocasiones que aconsejaron tener la boca cerrada. Un vigilante de seguridad que estuvo destinado durante mucho tiempo en el puerto pesquero asegura que "de lo que se ve y se escucha en las madrugadas de O Berbés mejor guardárselo". Como ha ocurrido desde siempre, al final todos acaban comparando las sombrías actitudes de las que han sido testigos con "la mafia". Exageración o no, lo cierto es que las instalaciones donde cada año se cierran ventas por valor de 180 millones de euros gozan de mejor fama en el exterior que de puertas adentro.

Para la Autoridad Portuaria supone un orgullo que sus lonjas figuren todos los años en la estadística de Puertos del Estado a la cabeza de España en volumen de capturas (en 2016 sumó 83.366 toneladas frente a las 43.696 de A Coruña). Por lo que se mueve noche tras noche en O Berbés, Vigo es el primer puerto de Europa en descargas de pescado para consumo humano, lo que admira a las delegaciones comerciales extranjeras, en particular, asiáticas, que lo visitan con frecuencia.

Sin embargo, la institución portuaria no está ni mucho menos satisfecha con la imagen que ofrecen sus rulas. Y no solo por el estado y su organización, que "deja mucho que desear", como así lo ha admitido públicamente el presidente Veiga, volcado ahora en esa remodelación integral "4.0". Hay otra razón de peso que le preocupa incluso más, como las pérdidas cercanas a los dos millones que le genera su mantenimiento. El Puerto quiere deshacerse de la gestión de las lonjas para que sean los propios usuarios quienes la asuman a través de una concesión. Aunque de momento es un plan muy incipiente, las asociaciones representativas de los sectores vinculados a la actividad de O Berbés se echaron las manos a la cabeza. Resultó esclarecedora la declaración del portavoz de una de ellas: "Queremos seguir como estamos". De continuar como hasta ahora también puede que el golpe policial de ayer no sea tampoco el último.