Los niños que bailan son más felices. Un estudio realizado en la Universidad de Vigo constata que los alumnos de Primaria que practican danza moderna dicen sentirse más satisfechos que los compañeros que optan por otras actividades físicas como la gimnasia rítmica, las artes marciales, la natación o el fútbol. La investigación confirma que estos alumnos poseen una buena autoestima, lo que unido a la creatividad, el ritmo y la música que aporta el baile como elementos diferenciales explicaría sus levados niveles de bienestar.

Todo partió de la experiencia personal de una de las autoras del trabajo, Sara Ramallo, como profesora de baile, una práctica que en España se sitúa en torno al 12% de la población juvenil. "Su percepción era que estos niños eran más felices y decidimos medirlo con una pequeña muestra que ahora nos gustaría ampliar", explica Maite Abilleira, investigadora predoctoral en el grupo Remoss y profesora becaria en la facultad pontevedresa de Ciencias de la Educación y el Deporte. El equipo que realizó el trabajo lo completan María Fernández y Javier Prieto.

La muestra está formada por 74 niños de entre 7 y 12 años del CEIP Seis do Nadal y de las escuelas de danza moderna Bambú, de Nigrán, y Unidance, de Vigo. Y para conocer sus niveles de autoestima los investigadores utilizaron un cuestionario (Escala de Harris) que mide sus niveles de autoestima y opinión de sí mismos.

Está demostrado que la actividad física es un factor decisivo para un óptimo desarrollo de la autoestima y, por tanto, de la personalidad y el bienestar psicosocial. Según los resultados, la danza no mejora el autoconcepto global de los niños por encima de las otras 6 actividades del grupo -gimnasia rítmica, patinaje, artes marciales, natación, atletismo y deportes de equipo-. Sin embargo, sí está relacionada con niveles más altos de felicidad y satisfacción y, en menor medida, de falta de ansiedad, autoestima física y popularidad.

Las puntuaciones entre niños y niñas fueron muy similares en el autoconcepto global de sí mismos, pero ellas obtienen mayores valores en algunas de sus dimensiones, incluida la de la felicidad, lo que indica una mayor autoestima, también en el ámbito físico.

Respecto a las diferencias por edades, los niños de mayor edad presentan un autoconcepto más alto, al contrario de lo que ocurre durante el periodo de la adolescencia. Los cursos más elevados de Primaria, que todavía no entraron en este estadio, valoran de forma más positiva que los de ciclos anteriores los diferentes aspectos de su personalidad y comportamiento. "Aunque ya los pequeños también empiezan a contaminarse y a preocuparse por su físico", advierte Abilleira.

"Si los niños tienen seguridad en sí mismos serán más felices. Cuando se sienten inseguros y con baja autoestima son más vulnerables y pueden acabar teniendo problemas", destaca Abilleira, que es titulada en Educación Infantil, sobre los beneficios de practicar danza.

En el artículo recientemente publicado en la revista Sportis con los resultados de este estudio, los autores aluden a la "capacidad motivadora" de la música como "factor determinante" en los niveles de felicidad de los alumnos.

Ella misma también ha constatado estos efectos positivos en sus clases de Lenguaje Corporal, asignatura de cuarto de carrera. "Para mis alumnas bailar era como una terapia y lograban desconectar", comenta.

El estudio revela asimismo la presencia minoritaria de niños en las clases de danza -solo uno frente a 28 compañeras-, mientras que la proporción se invierte en el caso de los deportes de equipo -una niña y 9 niños encuestados-.

"Lamentablemente, las actividades extraescolares todavía están segregadas por género, lo que muestra que no se está educando en la igualdad. A los niños les da vergüenza bailar, o no les dejan o prefieren jugar al fútbol porque le gusta a su padre. Pero cuando son niños ellos no ven ningún problema en la danza, no hay diferencias. Llegan después de forma externa", lamenta Abilleira.