Catorce años de prisión. Ésta es la pena impuesta por la Sección Quinta de la Audiencia Provincial de Pontevedra, con sede en Vigo, a Pedro Yago Santos Pereira y Alison Lucas Barros Romao, los jóvenes brasileños que hace un año propinaron una brutal agresión al párroco de Santa Rita tras entrar en la iglesia a robar. El tribunal ve a los dos chicos responsables de un delito de robo con violencia y otro de lesiones agravadas, con la concurrencia de abuso de superioridad. Junto a la pena de cárcel -así como otra de prohibición de aproximarse y comunicarse con la víctima-, en la sentencia se establecen las cuantías con las que deben indemnizar al cura, que dependerá de otras personas de por vida por las graves secuelas que padece.

La sala establece una cantidad fija de 429.117 euros por lesiones y secuelas, a la que habrá que añadir otra de 9.500 euros anuales por gastos de rehabilitación domiciliaria y ambulatoria y lo que corresponda, si así se acredita, por los costes de pérdida de autonomía personal y ayuda de tercera persona, así como por los de asistencia médica generados hasta el momento actual, junto a intereses. También se les condena a abonar 60.000 euros a una hermana del sacerdote por daños morales: esta mujer se encarga de atenderlo a diario en una residencia. Los acusados son insolventes.

Aunque incurriendo en contradicciones, los jóvenes negaron en el juicio tener relación con la agresión sufrida por Don Antonio. Unas versiones exculpatorias que el tribunal no se creyó. Los magistrados ven probado que la tarde del 8 de octubre de 2016 Pedro Yago y Alison Lucas, "previamente concertados", entraron en la iglesia de Santa Rita y con el pretexto de solicitar uno de ellos confesión al cura, accedieron a la zona de oficina y despacho. Fue entonces cuando uno de ellos, por sorpresa, cogió al párroco por detrás "para inmovilizarlo", circunstancia que aprovechó el otro acusado para coger las llaves de la caja de caudales que había en la habitación contigua: se apoderaron de unos 700 euros en efectivo y joyas, así como del reloj y las gafas de la víctima.

"Dado que el sacerdote se resistió e intentó impedir estos hechos", se prosigue en el fallo, fue zarandeado y arrojado al suelo. El tribunal señala de que los acusados, "a sabiendas de que era una persona anciana -de 82 años- que se hallaba indefensa, le propinaron varias patadas y golpes en la cabeza". El sacerdote presenta secuelas que le obligan a depender de otras personas de por vida ya que no puede moverse más que con una grúa y en silla de ruedas.

La Sección Quinta concluye que "concurre material incriminatorio suficiente" de que los dos jóvenes son los autores de los hechos. Junto al "elemento probatorio fundamental", la declaración que en su día prestó el cura en el Hospital Meixoeiro donde entonces estaba ingresado, se citan otros testimonios, así como la reconstrucción que se hizo desde que los acusados salieron ese día de la iglesia hasta que cogieron un taxi, con las imágenes captadas por cámaras. También se destacan las "contradicciones patentes y evidentes" en que incurrieron los condenados.

La sala resalta que, pese a ser conscientes de que golpear en la cabeza a una persona desvalida de 80 años podía causarle lesiones de gravedad, "le atizaron incluso cuando se hallaba en el suelo". Y también se incide en la "penosa y grave situación en que ha quedado la víctima" , que puede equipararse "a una grave enfermedad somática y psíquica". La sentencia no es firme y contra la misma cabe recurso de apelación.