La autovía A-55 a su paso por Mos revalida el dudoso y triste honor de ser el "punto negro" con más accidentes y víctimas de las carreteras del país. El último estudio elaborado por Automovilistas Europeos Asociados (AEA) muestra que el punto kilométrico 12 del vial sigue figurando como el tramo más conflictivo de la Red de Carreteras del Estado, que incluye trazados nacionales, autovías y autopistas. El estudio muestra además que la problemática de ese trecho de la A-55 se ha agravado. Si el anterior informe de AEA, divulgado a finales de 2014, le daba un Índice de Peligrosidad Medio (IPM) -un medidor que tiene en cuenta la cantidad de siniestros y la intensidad del tráfico- de 97,1; el que presentó ayer eleva ese nivel a 110,2. El IPM valora los datos recogidos a lo largo del lustro comprendido entre 2011 y 2015. En total, AEA contabilizó en la autovía a su paso por Mos 110 accidentes que dejaron 189 víctimas. Una marca muy por superior a la anotada en el resto de "puntos negros" de las vías que están a cargo del Ministerio de Fomento.

Al triste balance de las curvas de Mos solo se acerca la autovía A-44 en Granada, donde hay un tramo que durante el mismo período registró 65 siniestros con un saldo de 142 heridos o fallecidos. En Barcelona hay también un "punto negro" en la autopista de peaje AP-7 que alcanzó 81 accidentes que causaron 108 víctimas. Para realizar su análisis, AEA toma sus datos de la información recabada entre 2011 y 2015 por Fomento en los denominados Tramos de Concentración de Accidente de la red estatal. Los técnicos examinaron 23.790 kilómetros de autovías y carreteras nacionales y 2.539 de autopistas de peaje. En total, unos 26.300 kilómetros en los que se puso el foco en 190 km de "puntos negros".

El estudio de AEA no es el único ni el primero que alerta de la peligrosidad de las curvas de Mos. Un informe elaborado por Fomento y correspondiente a 2013 ya apuntaba que era el tramo con más accidentes. Los propios Servicios de Emergencia han puesto de manifiesto el grave problema que padece el vial: hace apenas un año, a finales de noviembre de 2016, el dispositivo de Mos que interviene en los siniestros apuntaba que en un mes llegaron a anotarse más de una treintena de siniestros. La mayor parte se concentraban en dos tramos: el punto kilométrico 12, el de la curva de los Molinos; y el 10, el de las curvas de Tameiga.

La alta siniestralidad es un problema que la A-55 arrastra desde sus orígenes. Para paliar la situación, en 2015 se lanzó un proyecto para mejorar la seguridad entre Vigo y O Porriño. Entre las medidas que planteaba destaca, por ejemplo, transformar incorporaciones directas en carriles de cambio de velocidad paralelos, lo que facilitaría la fluidez y evitaría colisiones por alance. También contempla nuevos viales de servicio, la ampliación de la estructura central en tramos que destacan por su siniestralidad o una importante remodelación de los accesos a la altura del Meixoeiro. A la altura de Amieirolongo se prevé una pasarela peatonal y un nuevo enlace con glorieta. Los trabajos arrancaron hace ahora dos años, en octubre de 2015; y aunque el plazo de ejecución anunciado en un inicio era de 19 meses, con lo que deberían haberse finalizado a principios de verano; Fomento ha acordado prolongarlo a cerca de 34, hasta septiembre del año que viene. El motivo -según alegan desde el ministerio- es "minimizar afecciones" en la autovía.

Hace años sin embargo se planteó una actuación mucho más ambiciosa para atajar las sinuosas curvas de la A-55: un nuevo vial que salvaría Puxeiros con un túnel de 2,5 kilómetros y proseguiría en superficie para conectar con la A-52, que da salida a su vez a la Meseta. Según las estimaciones que manejaba Fomento en 2009 las obras alcanzarían los 170 millones de euros y alcanzarían cerca de 10 kilómetros de longitud. Hace dos años el secretario general de Infraestructuras reiteró esa estimación, aunque reconoció que la futura autovía es aún "un proyecto a medio y largo plazo".

La A-55 es un vial con una intensa densidad de tráfico, tanto de turismos que circulan al Condado o Louriña como de numerosos camiones que la usan para viajar a Madrid o las áreas industriales de O Porriño y Mos. Según los datos que maneja AEA, la autovía soporta una media de 51.200 vehículos diarios. Para intentar atajar el grave problema de seguridad que afrontan, Tráfico ha instalado varios radares fijos, dispersos a lo largo del vial en ambos sentidos; y limitado el paso en algunos tramos a 60 kilómetros por hora. Esa velocidad -la mínima permitida en la mayoría de autovías de España- se ha extendido desde 2015 a más tramos debido a las obras.

La curva de los Molinos de la A-55 no es el único "punto negro" de Galicia. El informe de AEA identifica otros cuatro tramos de la N-120 en Pontevedra y Ourense, uno de la N-640 en Lugo y un par en la N-541 y N-547 en Pontevedra y A Coruña, respectivamente. En lo que respeta a las autopistas de peaje, el estudio de Automovilistas Europeos Asociados identifica media docena de tramos con un elevado índice de peligrosidad en la AP-9. En el punto kilométrico 147 de la autopista, en la provincia de Pontevedra, llegaron a anotarse una veintena de siniestros y 65 víctimas.