El Concello ha decidido suprimir el baldeo y limpieza de calles con agua potable, además de restringir el riego de zonas ajardinadas, como "medidas de precaución" ante las previsiones meteorológicas que apuntan a que la ausencia de lluvias se mantendrá durante la próxima semana. También se recomienda un consumo responsable a los ciudadanos.

El alcalde Abel Caballero anunció ayer estas restricciones, aunque también hizo un llamamiento a la tranquilidad puesto que la presa de Eiras, de la que se nutre fundamentalmente Vigo, permanece en estos momentos al 56,47% de su capacidad, todavía 6 puntos por encima del volumen registrado durante el mismo periodo de 2011, cuando se alcanzaron mínimos históricos debido a la sequía e incluso emergieron algunas construcciones del antiguo pueblo inundado.

"Tenemos tranquilidad sobre el suministro de la ciudad, pero vamos a curarnos en salud en previsión de que la sequía se prolongue más de lo razonable", insistió Caballero, quien invitó a los otros municipios que también se nutren de la presa de Eiras a adoptar medidas de ahorro de agua similares. "Pedimos consumo responsable para estar lo mejor preparados posible", insistió. El regidor aprovechó además su intervención para sugerirle al grupo municipal del Partido Popular, en respuesta a su reclamación de la reducción de las tarifas del agua para los comerciantes, que solicite a la Xunta la eliminación del canon de saneamiento del recibo que pagan los vigueses, lo que supondría un ahorro de un 5%.

Aseguró que ese canon representa unos 6 millones de euros anuales y que en un decenio el Gobierno gallego no ha invertido un solo euro en el saneamiento de la ciudad de Vigo. Aunque a principios de esta semana el regidor descartaba fijar un control del consumo de agua, la situación de sequía y las previsiones meteorológicas le han obligado a adoptar las mismas restricciones que otros concellos gallegos, como Lugo y Ourense, ya aplican desde hace semanas. En el caso de la provincia ourensana, la situación ha obligado además a llevar agua potable en cisternas a varios municipios que se quedaron sin suministro.

La Xunta decretó el nivel de prealerta en enero y, en estos momentos, ya se encuentran en fase de alerta toda la cuenca de los ríos Miño y Sil, así como seis de las diecinueve atlánticas que gestiona la Xunta. Desde el pasado julio, cuando registraba un 96,96% de ocupación, el embalse de Eiras ha perdido un 40,5% de su capacidad. Un verano seco seguido de un inicio de otoño en el que apenas se han registrado precipitaciones han provocado una reducción continua del volumen de la presa durante las últimas semanas. Según los datos del boletín hidrológico de Galicia, el 25 de septiembre la ocupación todavía era del 60,93%, sin embargo, el pasado lunes ya había descendido hasta el 57,68%.

Concellos que beben de Eiras

El alcalde informó ayer de que la reserva actual de agua en Eiras, del que también se surten O Morrazo, Redondela, Fornelos, Soutomaior, Pazos, Mos, Porriño y Salceda, es del 56,47%, todavía por encima del 47,91% registrado por las mismas fechas en 2011, "un año difícil", recordó Caballero.

La situación en la presa de Zamáns, de la que también depende el suministro de agua potable en Nigrán y Baiona, es muy similar. Si el pasado julio se mantenía al 92,62% de ocupación, el 25 de septiembre había descendido hasta el 53,85% y, según el último registro del boletín, el pasado lunes su volumen de agua era del 51,25%. Aún así, todavía se mantiene por encima del 47,02% del año 2011. Y en el embalse de Baíña, que suministra al Val Miñor, las reservas de agua han caído en las últimas semanas hasta el 41,7%.

Ante esta situación, los concellos de Baiona, Nigrán y Gondomar ya establecieron en septiembre las mismas medidas de control y ahorro que desde ayer están activadas en Vigo y dejaron de regar jardines y baldear calles, además de recomendar a la población un consumo responsable.

El año más seco registrado desde que se tienen datos está obligando a los concellos a llevar a cabo actuaciones de prevención. Aunque seis cuencas atlánticas están en alerta, con un porcentaje de ocupación del 56% frente al 64% del año pasado, la situación es más preocupante en las del Miño-Sil, con indicadores un 40% por debajo de la media.