A lo largo de treinta y pico largos años que abarcan la Movida viguesa, el cambio de milenio y una larga e intrincada cadena de modas, muy pocas cosas en la ciudad han mantenido intacto su aspecto. Los taxis no son una excepción. En breve sus capós delanteros pasarán a lucir el diábolo rojo de la bandera de Vigo, un cambio de apariencia llamativo, pero ni de lejos el único ni más relevante que han experimentado durante las últimas tres décadas. Antes de los 80, por ejemplo, los autopatronos circulaban por las calles de la ciudad al volante de robustos turismos negros con una franja roja y blanca en el lateral. Desde aquellos coches -el Seat 124 o 1430, entre otros-, de formas cuadradas y grandes parachoques, a los modelos actuales, blancos y con los distintivos de la ciudad, entre los que se cuentan muchos híbridos, ha mediado una evolución plagada de novedades. Han cambiado los modelos, cada vez más modernos, cómodos y funcionales, pero lo ha hecho también la propia apariencia de los taxis.

Con esas modificaciones el sector ha intentado conjugar dos prioridades: llamar la atención, para diferenciarse del resto de vehículos y que los clientes los puedan distinguir claramente; y ser prácticos, de tal modo que adaptar los coches no resulte muy gravoso.

"El taxi tiene que destacar para ser visible sobre los demás coches", explica el presidente de la cooperativa de autopatronos de la ciudad, Manuel Chorén. Ese dilema entre lo bonito, lo práctico y lo llamativo lo encaró el sector, por ejemplo, hace varias décadas. Entonces sus coches eran negros con franjas rojiblancas, lo que les permitía diferenciarse en cierto modo del resto del tráfico de Vigo. El problema, como recuerda Chorén, es que resultaban difíciles de mantener. "Era complicado que permanecieran limpios cuando llovía y en verano eran asfixiantes", rememora.

De aquella apariencia, que recuerda ligeramente a los de Barcelona -negros con las puertas y el maletero amarillos- se pasó a otra más pulcra, blanca. El cambio se decidió a principios de los 80, pero durante años convivieron en las calles los viejos vehículos negros con los nuevos, de una tonalidad nívea. Para dejar claro que estos últimos eran de Vigo lucían en sus puertas un anagrama con una "V". Esa letra fue evolucionando, volviéndose más artística y colorida con el paso de los años. La publicidad también entró en juego con fuerza. En busca de nuevos ingresos, lo taxistas incorporaron anuncios vinilados en su carrocería. Esta práctica ha ido regulándose con el paso de los años. La ordenanza que entró en vigor en 2015, por ejemplo, prohibe portar publicidad de tabaco, bebidas alcohólicas o con un contenido sexista.

La "V" de Vigo dio paso al escudo municipal, que también se fija en las puertas delanteras. Al mismo tiempo se fueron sucediendo los modelos de turismo, cada vez más prácticos, modernos y cómodos. Uno de los cambios más visibles fue la irrupción hace un par de años de los coches híbridos, que combinan electricidad y combustión; y los GLP, que usan AutoGas. Según los datos que manejaba el sector a principios de 2016, casi un tercio de los 553 taxis que circulan por Vigo era de este tipo. Además de ser menos contaminantes, dan acceso a beneficios fiscales.

Hace poco más de un lustro llegaba otra novedad, aunque solo perceptible para los más atentos. Al incorporar el descanso obligatorio de los autopatronos, el Concello decidió que cada taxi llevase una pequeña pegatina en la parte trasera con un color determinado. Esa tonalidad revela qué día tiene prohibido trabajar cada licencia, lo que facilita mucho el control de la Policía Local. Ahora, años después, llega la innovación más llamativa desde que se pasó del negro al blanco: una gran bandera de Vigo.