"Hace años se habló con cierta contundencia de llevar el Cuerpo Consular a Santiago por ser la capital de Galicia en lugar de Vigo. Entonces me empecé a mover, pedí una audiencia con el presidente de la Xunta y le argumenté la importancia del puerto vigués para la inmigración además de su cercanía con Portugal. Finalmente accedió y esta maravillosa ciudad pudo contar con sus consulados". Ésta solo fue una de las muchas intervenciones que Adriano Marques de Magallanes realizó en favor de Vigo en sus 11 años como Decano Consular, a los que hay que sumar otros 39 como máximo embajador de Ecuador en la urbe. Medio siglo de trabajo diplomático imposible de hallar en cualquier otro punto de España. Siempre pendiente e informado de cualquier cambio político, económico o incluso cultural que afectase a la comunidad gallega y al país que representa, Marques de Magallanes no se define como un cónsul de oficina sino que siempre abogó por la búsqueda de "intercambios y colaboraciones comerciales entre regiones".

-A lo largo de estos 50 años, ¿cómo ha cambiado la función o el trabajo de un cónsul?

-Teóricamente, no ha cambiado, pero es cierto que sí ha cambiado el panorama económico y político que favorece los movimientos entre países. Por ejemplo en Europa, una vez se abrió el mercado común se han experimentado múltiples cambios en cuanto a los desplazamientos. Y luego que cada país tiene su normativa. No es lo mismo estar en un continente con fronteras o sin fronteras; aquí por ejemplo, para ir a Portugal es lo mismo que para ir a Pontevedra cuando antes sí necesitabas otra documentación y visados. Era mucho más complicado, inclusive había países a los que no podías acceder sin pasar previamente por el consulado.

-¿Significa esto que el papel de los consulados podría desaparecer o seguirá teniendo futuro?

-El papel consular seguirá siendo esencial, para los inmigrantes y extranjeros somos lo más allegado y lo más próximo a sus familiares. Seguimos siendo muy importantes. Si usted quiere por ejemplo llevar un animal a su país o realizar un trámite complicado, o incluso en caso de fallecimiento de un familiar, hay que dirigirse al consulado correspondiente.

-Y entonces, a día de hoy, ¿cuáles son los trámites que más realizan ustedes además del asesoramiento?

-Los certificados de residencia, sin duda. Aquí tendremos alrededor de 2.000 residentes ecuatorianos. Y luego también funciones notariales e incluso bodas.

-¿Recuerda alguno de estos enlaces o otro acontecimiento que le haya llamado especialmente la atención?

-Hace muchísimos años tuve un caso que me dejó especialmente triste. Casé a dos jóvenes, vino toda la familia de la chica, que era médica. Eran tan jóvenes y tan simpáticos que terminamos brindando y celebrando la boda entre todos. Al terminar se fueron y me llaman para decirme que habían tenido un accidente. Por suerte, gracias a Dios, no se murió nadie pero tuvieron que hospitalizarlos. Fue un día de tanta alegría y felicidad que les quedó marcado y a mí por el suceso.