Se mueve, vive y desaparece al son de la corriente y el devenir de la marea; su color anaranjado, al igual que el rosa en los flamencos, procede del plancton del que se alimenta y su intrínseca luminiscencia sirvió a muchos marineros para orientarse en las rías en otras épocas. La llegada de septiembre y el calor de estos meses ha generado que tanto el agua de las islas Cíes como las del entorno de Canido o Bouzas cuenten con un nuevo "inquilino": la noctiluca.

Esta alga dinoflagelada se instaló hace días en la ría de Vigo, donde beneficiada por el mar en calma favoreció su concentración y visibilidad desde varios puntos de la ciudad. Se trata de una especie inofensiva para la vida acuática y nada tóxica para el ser humano, aunque puede producir picores en aquellos que las frecuenten (debido al amonio que contienen) y en el caso de las especies marinas, su alta concentración evoca un gran consumo de oxígeno que puede llegar a asfixiar incluso a peces. Este microorganismo -en verdad animal ya que no realiza la fotosíntesis- es el responsable del mar de ardora, un proceso de bioluminiscencia que proyecta un agua fosforescente más propio de un documental de ciencia ficción.

Francisco Rodríguez, científico del Instituto Español de Oceanografía (IEO), lleva estudiando estas "mareas rojas'' desde hace años. "Son como pequeñas bolitas de un milímetro, se pueden ver a simple vista, y el color anaranjado lo adquieren por la transformación de lo que van comiendo, desde huevos de plancton a algas; todo lo que pillen", explica el científico. Su proliferación va en sintonía con las corrientes marinas y la agitación del agua: tan pronto como aparece, puede desaparecer. "La duración de esta mancha es escasa. Cuando sube la marea, la va acercando hacia la costa y justo cuando empieza a bajar la marea, el agua se lleva la mancha de vuelta hacia el mar. No tienen mucho movimiento y sí mucha flotabilidad por eso se dejan llevar por esta corriente. Es el ejemplo de las rías, como no son aguas confinadas, desaparecen pronto. Puedes tenerlas delante como 3 o 4 horas y luego ya perderlas de vista", aclara Rodríguez.

Septiembre es su mes predilecto en Galicia, favorecidos por las cálidas temperaturas del verano. "Todos los años nos encontramos con estas manchitas, pero así tan bestia en Vigo nunca las había visto", matiza el investigador del IEO. Su bioluminiscencia es su carta de presentación y también lo que hace de ellas un espectáculo marino único. Antiguamente, servían de ayuda a los pescadores que salían a faenar ya que les iluminaba los bancos. "Su propio nombre lo indica noctiluca, que brilla en la noche. Todo es una reacción química, una molécula que al producirse vibraciones en el agua y cambios de temperatura despide una luz azul verdosa", explica Francisco Rodríguez, quien junto a Manuel E. García y Jorge Hernández participa en el proyecto y documental "Mareas Vermellas de Galicia", que muestra la relación entre las condiciones oceanográficas y la dinámica fitoplanctónica en la ría. La obra audiovisual ha recibido esta semana una mención honorífica en los premios Prismas de divulgación de la Casa de las Ciencias de A Coruña.