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Un alcalde con visión de progreso

Joaquín Yáñez Rodríguez falleció en 1892 siendo alcade de Vigo y fue uno de los que más luchó por el crecimiento y mejora de la ciudad

Imagen del histórico muelle de hierro, uno de los logros de Joaquín Yáñez. // FdV

Joaquín Yáñez Rodríguez falleció en el mes de septiembre de 1892 cuando ocupaba el puesto de alcalde de Vigo. Una noticia que causó un gran impacto en la ciudad, ya que se había convertido en una de las personas más influyentes y dinámicas de aquella época. Durante su etapa municipal, dividida en tres etapas, impulsó grandes proyectos y contribuyó al desarrollo de Vigo y también su entorno. Muchos le consideraban como uno de los hombres con más visión de futuro. Su entierro fue una demostración del importante legado que dejó. Miles de personas le acompañaron desde el centro hasta Pereiró en una demostración de afecto que no se recordaba. Joaquín Yáñez Rodríguez tuvo que superar numerosas dificultades para desarrollar su labor, una tarea en la que también tuvo enemigos.

La noticia de su fallecimiento, ocurrido después de una larga enfermedad, fue portada en el Decano. En sus páginas quedaron reflejadas el momento que se vivía. Se podía leer "Sí es grande, inmenso y doloroso el vacío que deja en el seno de su distinguida familia, más grande, irreparable y sensible es el que deja en el seno de la ciudad, al desarrollo de cuyos intereses sacrificó siempre su existencia. Denodado campeón del progreso del pueblo en que había nacido, a él vino consagrando sus cuidados v sus afanes, sus desvelos y sacrificios, ora al frente de sús corporaciones municipales, ora desde los escaños de la Asamblea provincial á que por sus merecimientos había sido elevado".

Joaquín Yáñez Rodríguez había nacido en el mes de agosto de 1814. Estudió derecho en Santiago de Compostela y comenzó una carrera política que le llevó a ser alcalde de Vigo durante quince años en tres etapas distintas. La última fue de trece años. Cuando falleció ocupaba el puesto de máximo regidor municipal. Pero antes había sido presidente de la Diputación de Pontevedra y también Diputado por Vigo.

Su vida no fue sencilla. Era un hombre inquieto y además muy solidario. Era Caballero de la Orden de la Beneficencia y tenía un especial cuidado para que nada le faltara a la Casa de la Caridad, una entidad que se dedicó durante muchos años a socorrer a los más pobres. Además de otorgarle subvenciones, no dudó en hacer donativos a título particular.

Impulso en Vigo numerosas iniciativas. Fue uno de los que ayudó en la fundación del Decano. También creó una fábrica de pastas que se llamaba 'Las Victorias". Pero durante su vida su gran referente era mejorar la ciudad desde el puesto que ocupara.

Así, siendo Diputado por Vigo no dudó en el proyecto de construir un muelle de hierro en el puerto. Lo consideraba vital para el desarrollo económico de la urbe. A pesar de algunas opiniones en contra, la obra se realizó finalmente y supuso un gran avance en el tráfico de mercancías y pasajeros. El puerto vigués ya era considerado en esa época como uno de los más importantes de España. Consideraba además de que era un lugar estratégico para las conexiones con América, como sucedió años más tarde.

Al mismo tiempo quiso mejorar las comunicaciones. Diseñó la construcción de numerosas carreteras en Gondomar, A Guardia, Vincios y Baiona. En su opinión, aquellos "caminos de tierra" no eran el mejor método para favorecer el viaje de personas ni tampoco el desarrollo de la economía. Tuvo muchos problemas para que se realizaran expropiaciones, pero también logró su objetivo.

A Joaquín Rodríguez Yáñez también se puede considerar como uno de los hombres fundamentales en la ubicación de la casa consistorial en la Plaza de la Constitución. Fue el que negoció con los propietarios de las fincas. Algunos de ellos se negaron a vender, por lo que fue necesario expropiarlas.

Todas estas iniciativas las realizó con dificultades. Fue tres veces alcalde, un puesto que le costó algún disgusto. Se vio obligado a emigrar por cuestiones políticas. Pasó varias épocas en Portugal e Inglaterra.

Joaquín Yáñez Rodríguez había sido distinguido con numerosos honores. Poseía la Gran Cruz de Isabel La Católica y también era Caballero de Carlos III. Fue jefe honorario de la Administración Civil y doctor en leyes. Su entierro constituyó una manifestación de afecto por parte de los ciudadanos vigueses. Llevaba doce años de forma consecutiva en el cargo. La Banda de Música Municipal y la del Regimiento Murcia, que tenía su sede en la ciudad, le rindieron honores durante el cortejo. En señal de respeto, no interpretaron ninguna partitura. El féretro pasó por delante de la casa consistorial. Allí se quitó la bandera de Vigo, ciudad que le dedicó una de las calles más céntricas como homenaje y reconocimiento a su labor, ensalzada también por sus adversarios políticos.

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