Cuando la exmaestra Teresa González tuvo a su hijo Jesús, hace 54 años, "nunca había visto un Síndrome de Down ni sabía que existía". Desconocían qué tenían que hacer. Se le quedó grabada la recomendación de un médico que los atendió en Santiago: "Con medicamentos no vais a solucionar nada, no se cura, lo importante es la educación en un centro que potencie sus habilidades, pero viviendo en casa con la familia". Buscó en Vigo, pero no encontró nada. Fueron una de las ocho familias que en 1967 se reunieron para formar la asociación. "Ha adquirido unas habilidades y normas de convivencia para una mínima autonomía. Hoy mi hijo se siente feliz", destaca Teresa.