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El alcalde más casamentero

Abel Caballero y el resto de ediles han oficiado más de cien bodas en lo que va de año y tienen la agenda completa hasta diciembre

El alcalde Abel Caballero, durante una boda reciente en el Pazo de Castrelos. // J. Lores

Pago a proveedores, humanizaciones, política social... y bodas. Entre las numerosas funciones que tiene el gobierno local a lo largo del año destaca la de unir en matrimonio a decenas de parejas que deciden no pasar por el altar para simbolizar su amor. El Pazo Quiñones de León es el lugar predilecto de los contrayentes, que también acuden al antiguo Rectorado de Areal. Todos los concejales de la corporación están autorizados a oficiar bodas, aunque es el alcalde Abel Caballero el que acumula buena parte de los enlaces anuales al ser la persona más demandada por los cónyuges. Si por motivos de agenda no está disponible, son los ediles de guardia quienes asumen la responsabilidad.

Desde que arrancó el 2017 los miembros de la corporación local han oficiado algo más de 100 bodas, de las que 63 corresponden a Caballero. Le siguen Chus Lago con 8, María José Caride con 7 y Carlos López Font con 6. Por contra, los que menos ceremonias han celebrado son los ediles Diego Gago, Elena González, Rubén Pérez y Santos Héctor, con solo una. Este año, con fechas reservadas hasta diciembre, los concejales vigueses van a oficiar al menos 174 ceremonias, 60 más que en 2016. Los ediles del Partido Popular y Marea de Vigo, aunque en menor medida, también unen en matrimonio a las parejas que así lo soliciten. Para conseguir una cita es necesario tramitar, previa o conjuntamente a la solicitud presentada en el Ayuntamiento, el correspondiente expediente matrimonial en el Registro Civil.

Tal número de bodas, que en el último lustro superan las 750, dejan numerosas anécdotas entre los oficiantes. Algunas más rocambolescas que otras, los miembros de la corporación local guardan gratos recuerdos de algunos enlaces, que seguirán siendo una constante los próximos años.

El aperturismo de Vigo en los últimos años ha provocado que miles de turistas lleguen a la ciudad para pasar sus vacaciones. Un puñado de ellos encuentran aquí a su media naranja o directamente se enamoran de la urbe olívica, por lo que deciden vivir el momento más especial de su vida en alguno de sus lugares más emblemáticos. Para que estas ceremonias sean todo un éxito, el alcalde y los concejales las ofician en inglés y castellano, lo que en muchas ocasiones provoca la sorpresa de los novios. Lo que nunca ha ocurrido hasta ahora es que uno de los cónyuges se arrepienta en el último momento y no acuda a la cita, aunque si se han acumulado importantes retrasos al olvidarse los anillos u otros elementos indispensables para la ceremonia.

Entre los que acuden a Castrelos o Areal también están los despistados. Alguno de ellos, y tras oficiar el alcalde la boda, se acercaron al regidor para preguntarle: "¿Qué le debo?", lo que provocó la sonrisa de Caballero. En los últimos tiempos también destacan los novios que cambian las alianzas típicas por anillos tatuados e incluso aquellas parejas que esperan a estar a punto de tener un hijo para contraer matrimonio. "O me casa ya o doy a luz aquí mismo", bromeó una mujer recientemente durante una de las ceremonias.

Muchas de las bodas oficiadas por miembros de la corporación municipal escapan de la seriedad que presiden las celebradas en una iglesia. Diferentes colectivos han querido recibir a los novios a su particular manera. En alguna ocasión, por ejemplo, un grupo de moteros dio la bienvenida a los cónyuges haciendo resonar sus motores y quemando asfalto. También ha habido celebraciones monocromáticas en la que los invitados iban con trajes y vestidos blancos. Una indumentaria más típica de Ibiza que de Vigo. Otras, menos concurridas, contaban con tan solo dos asistentes.

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