Ayer, 19 de agosto, a las siete de la mañana, después de muchas vicisitudes, el buque Golfo Azzurro de la ONG "Pro Activa" atracó en el puerto de Trapani (Sicilia) con 232 especiales pasajeros: jóvenes, mujeres, niños y bebés rescatados de morir ahogados en su intento de atravesar el Mediterráneo desde Libia.

Han tardado muchos meses, algunos años, en llegar hasta aquí. Han recorrido kilómetros de sufrimiento y de resilencia. En su estancia en Libia fueron traficados por las mafias, muchos de ellos comprados y vendidos como esclavos y la mayoría de ellas violadas. Pero, a pesar de los pesares, están contentos, han salvado su vida y, además, lo han conseguido: "Es Europa, lo es", exclamaron, al igual que hizo el escritor Frank McCourt cuando, procedente de Irlanda, divisó New York desde su barco.

Los voluntarios de "Pro Activa" junto a la tripulación del buque de rescate han desembarcado a 191 vigorosos jóvenes. Fuertes a base de golpes y dispuestos a conseguir todos sus sueños aún sorteando la muerte.

Hemos dejado en puerto a 41 valientes mujeres. Todas ellas dañadas en sus cuerpos y en sus almas. Unas, las de mirada extraviada, explotadas sexualmente como carne exótica traficada para Europa. Otras, las de mirada despavorida, huidas del infierno libio y llevando como fardo a sus hijos. Su único afán.

Hemos depositado al cuidado de Europa a 28 menores que viajaban solos. Niños yunteros africanos que no saben de juegos pero sí conocen la extrema soledad, el cansancio infinito y el hambre. Desheredados, sin derecho a crecer.

Vean ustedes qué tipo de gente hemos traído en nuestro barco y pónganle el nombre de personas obligadas a tomar la decisión mas difícil de su vida, la de abandonar su hogar en búsqueda de una vida mejor. Por eso, convendrán conmigo que han de ser tratadas con la consideración que se merecen y con el respeto a sus derechos humanos sin discriminación a su origen nacional y a su condición migratoria.

*Jueza y diputada socialista