Con temperaturas veraniegas que se mantuvieron por la noche por encima de los veinte grados, Vigo disfrutó ayer del que probablemente es uno de los días con la agenda cultural más apretada de todo el año, con las múltiples actividades del Marisquiño inundando de público la zona portuaria y el centro y las organizadas en todos los museos de la ciudad con motivo de la Noite Branca.

Hasta las dos de la mañana se prolongó la programación de la quinta edición de la Noite Branca, con la que se busca abrir los recintos culturales a públicos más amplios con la celebración de conciertos, visitas guiadas y actividades lúdico-participativas para todos.

A última hora de la tarde, todavía con el sol en lo alto del cielo y con una temperatura de 27 grados en la calle, abrió la programación de la Noite Branca el concierto de Nicolás Pastoriza en la Casa das Artes ante una treintena de personas que disfrutaron en pie de la música del vigués mientras otros tantos aprovecharon para recorrer la exposición "Forever Young", inaugurada ayer en el recinto.

Las ocho de la tarde también fue el pistoletazo de salida para las actividades en la Pinacoteca, con visitas guiadas a sus exposiciones "Circa 70. Lírica y deformación en cambio de era" y "Esenciais dunha colección". Las visitas guiadas mostraron a los asistentes los entresijos de las exposiciones y de los propios recintos mientras que conforme iban pasando las horas se iban sucediendo los conciertos de Arturo Álvarez, Isaura, Antifrágil, Wöyza, Su Garrido, la Orquestra Vigo 430, Tinchón Fernán y Cinta Adhesiva.

También el museo Liste abrió sus puertas a las ocho para el concierto de Iago Boente y María Jorge, que con la mezcla peculiar de la música de un buzuki y un violín cautivaron a los asistentes. Los que se quedaron y los que llegaron más tarde pudieron también asisitir una demostración de trabajos en vidrio.

Para los más animados organizó la Casa Galega da Cultura una visita lúdica y participativa "A busca imposible" mientras que el yacimiento arqueológico del Castro abrió sus puertas a los que se acordaron de realizar reservas y la villa romana de Toralla multiplicó sus representaciones cada hora hasta la una de la madrugada que trasladaron a los presentes, muchos de ellos todavía ataviados con ropa de playa tras aprovechar hasta el final la espléndida jornada veraniega de ayer.