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El perfil psicológico del adolescente gallego

Un estudio realizado en la Universidad revela que los jóvenes de 12 años tienen más sentido de la vida y mejores estrategias para afrontar los problemas que los de 16

La autora del estudio sobre los adolescentes gallegos, Lorena Macía, con su tesis doctoral.

La escuela debe formar en conocimientos, pero también dotar de herramientas a los alumnos que les permitan afrontar sus problemas a lo largo de la vida. Un trabajo realizado en la Universidad de Vigo aporta una información clave para esta misión de los docentes pues constituye una completa radiografía del sentido de la vida, el afrontamiento y la inteligencia emocional que tienen los adolescentes gallegos en la actualidad.

Su autora, Lorena Macía Couto, entrevistó a 1.023 jóvenes de entre 12 y 16 años matriculados en 8 centros elegidos al azar en las ciudades de Vigo, Ourense, Lugo y A Coruña. Y se encontró con diferencias significativas en función del género, la provincia de residencia, el rendimiento académico o la estructura familiar.

Pero las variaciones más llamativas están relacionadas con la edad. "Los alumnos de 12 años tienen un mayor sentido de la vida, utilizan estrategias más eficaces para afrontar sus problemas y tienen mejor comprensión y regulación emocional que los de 16. A medida que aumenta la edad, estos valores y capacidades decaen y con el paso de los años vuelven a recuperarlos como demuestran otros estudios con jóvenes de más edad. Es de suponer que estos resultados están relacionados con la inestabilidad de la adolescencia, pero sería interesante realizar más investigaciones en este sentido", plantea Macía, titulada en Educación Primaria y con un máster en Investigación Psicosocioeducativa.

Los adolescentes entrevistados respondieron a más de 70 cuestiones relacionadas con la fijación o no de metas, la consideración de una vida personal vacía o llena de cosas buenas, si dejan que sus sentimientos afecten a su pensamiento, son críticos con ellos mismos, meditan los pasos a dar o si recurren al alcohol y otras drogas para sentirse mejor.

Respecto al sentido de la vida en chicos y chicas, ellos destacan en capacidad de significado y ellas en metas y responsabilidad. Los jóvenes afrontan los problemas con estrategias más focalizadas en la emoción y las chicas tienen mayores aptitudes de percepción y comprensión de las emociones.

El estudio de Macía también revela que los alumnos de centros privados presentan un sentido de la vida mayor y mejores estrategias para encarar sus problemas que los matriculados en los públicos. Sin embargo, en cuanto a su inteligencia emocional no hay diferencias significativas.

En el trabajo también se desglosan los resultados en función del rendimiento académico: los adolescentes que aprueban todas las asignaturas poseen más sentido de la vida y los que repiten curso utilizan estrategias orientadas a evitar los problemas y, por tanto, poco eficaces.

La estructura familiar es otra de las variables a tener en cuenta y los adolescentes que viven con ambos progenitores, frente a los de hogares monoparentales, tienen más sentido de la vida, ponen en práctica estrategias enfocadas en el problema y la emoción y poseen una mayor comprensión y regulación emocional.

También se hallaron diferencias destacadas por provincias. Los lucenses son los adolescentes gallegos con un mayor sentido de la vida, desarrollan estrategias más eficaces y tienen más percepción emocional. "Sin embargo, los de A Coruña y Pontevedra optan en mayor medida por evitar los problemas, no se enfrentan a ellos", apunta.

Lorena Macía, que ha trabajado en esta investigación durante los últimos 3 años, constató el interés de los centros participantes por conocer los resultados y el perfil psicológico de sus alumnos. "El objetivo de la educación es que las nuevas generaciones estén preparadas para afrontar sus problemas de forma eficaz y tengan herramientas para comprender y regular sus emociones. Esto les ayudará en su futuro académico y profesional, pero también social. Por ello es necesario seguir realizando este tipo de estudios para conocer a nuestros alumnos", defiende.

Además las nuevas tecnologías conllevan otras formas de relacionarse que también influyen en la psicología de los adolescentes. "El cara a cara ha pasado a ser más secundario y esto puede afectar y modificar conductas o pensamientos que se tenían hasta ahora. Quizá los problemas siguen siendo los mismos, pero se afrontan de manera diferente", reflexiona.

Facilitar esta formación en las aulas, añade, también "invita al propio alumno a querer saber más, a estudiar de otra forma y a no frustrarse; en definitiva, le enseña a aprender".

Este trabajo constituye la tesis doctoral de Lorena Macía, que ha estado dirigida por los profesores Jesús Domínguez Alonso y Antonio López Castedo, dentro del programa de Intervención Psicosocieducativa en Secundaria, y que defenderá en septiembre.

La autora, natural del municipio ourensano de Oímbra, ya analizó para su trabajo fin de máster la ansiedad ante la muerte y la inteligencia emocional de los estudiantes de Secundaria de la comarca de Monterrei. Entrevistó a casi 800 alumnos y, a igual que en la tesis, los jóvenes de 12 años también destacaban frente a los mayores por tener menos angustia o preocupación.

Macía es partidaria de que los docentes se formen en estos aspectos para beneficio de sus alumnos: "Mi idea es seguir investigando y me gustaría ser profesora y utilizar mis propios programas de intervención educativa o formar a futuros docentes en la universidad".

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