A los vecinos de la calle Florida les agradó tanto cruzar la mirada con el retrato de Julio Verne cada vez que traspasaban el umbral de su casa hacia la calle que han pedido a los responsables de su pintura que continúen arrastrando el mar hasta el barrio.

Fue buceando, pero en Internet, como Powone (Antonio Barbará), uno de los artistas que, junto a Alejandro Fernández y Gonzalo Alonso, plasmó el universo submarino del escritor francés en la zona el pasado año, se topó con la inspiración para su nuevo trabajo. "Encontré la fotografía de un marinero, de rostro duro, con la típica apariencia de lobo de mar y me enamoré", admite. El ceño fruncido del navegante, con una pipa entre los labios y el "típico gorro de capitán Pescanova", bromea el artista, ya interpela al viandante. Sin embargo, el anónimo pescador aún espera acompañante: una ballena jorobada que el grafitero representará a escala real para incrementar la sensación de que transitar por la acera es semejante a confrontar la cristalera de un acuario.

Mientras avanza en la labor, aprovecha para sondear las reacciones que suscitan sus pinceladas. "Como no uso andamio ni grúa, a pie de calle escucho todo tipo de comentarios", señala. La mayoría, reconoce satisfecho, de alabanza. En su opinión, iniciativas como las del Concello, en las que se visibiliza el trabajo de muralistas, diseñadores gráficos y grafiteros ayudan a "cambiar el chip" colectivo frente al arte urbano. "Ahora me veo compartiendo conversaciones con personas mayores sobre arte, frente a un muro en el que estoy realizando mi obra. Es algo impensable hace unos años", destaca.