Como a buena parte de la sociedad española, la crisis económica azotó con fuerza a las academias de opositores de la ciudad. Muchas de ellas vieron reducidas considerablemente las matriculaciones de los estudiantes, que bien optaban por un trabajo inmediato ante la delicada situación financiera de sus hogares o descartaban presentarse a una convocatoria ante la congelación de llamadas por parte de la Xunta y/o el Estado.
Un buen número de centros tuvieron que apañárselas durante los años más duros de la recesión para mantener la ilusión de sus alumnos. "Les explicábamos que en cualquier momento habría una convocatoria y debían estar preparados. Muchos siguieron nuestro consejo y ahora lo están", apunta Celeste García, de la academia Master D. Pese a ello, también vio reducido el número de estudiantes activos a lo largo del año.
Cristina Cid, de la Academia Postal, confirma que en el último lustro han pasado de 400 a 1.000 opositores, mientras que el presidente de la Confederación Española de Empresas de Formación (CECAP), Pedro Rey, augura años de bonanza. "En el próximo trienio se sucederán las ofertas de empleo público y mejorará notablemente la situación de todas las academias de opositores", apunta.
