En los últimos años el aeropuerto de Vigo ha vivido jornadas -e incluso meses- en los que aterrizar se llegó a convertir en una lotería. Y es que tanto por obras en el aeropuerto como por fallos del propio sistema antiniebla o calibraciones se han vivido épocas muy complicadas. Mayo de 2015 fue probablemente uno de los meses más caóticos. El ILS se desactivó entonces para adecuarlo a la normativa europea. Los trabajos consistieron principalmente en la sustitución de elementos rígidos por frangibles. El tiempo no acompañó y acabaron desviándose 62 aviones y se vieron afectados más de 6.000 pasajeros.

Algo similar, aunque con menores problemas, se produjo entre finales de 2016 y principios de 2017, cuando se procedió al cambio del sistema VOR y DME. Además, a principios de este año se registró una avería en el ILS al fallar una de las antenas localizadoras que dejo inutilizado el aeropuerto en condiciones de baja visibilidad más de tres días, lo que causó la cancelación de 24 aeronaves y provocó que miles de viajeros acabaran en otros aeropuertos, la mayoría en Lavacolla.

En años anteriores también se realizaron trabajos de calibración. Uno de los más polémicos fue en agosto de 2012, mes que se eligió pese a los característicos y comunes bancos de niebla que registra la ciudad en ese mes. Más de 5.000 personas no pudieron aterrizar.