Señalizaba la maniobra, entraba en la glorieta "a velocidad normal y moderada", circulaba "correctamente" por su carril, pero sufría los accidentes pese a que trataba de "esquivarlos". Ésta fue la versión exculpatoria que ofreció ayer en el juicio Alberto A.C., el principal acusado por el caso de las tres colisiones que supuestamente provocó impactando de forma intencionada con otros coches para estafar a las compañías aseguradoras. Unos siniestros que se produjeron en 2012 y 2013 en la rotonda de Gran Vía con Islas Baleares. Este vigués, en definitiva, negó que buscase las colisiones a propósito. Y también se declararon inocentes los otros ocho imputados, cuya supuesta participación se limitó a un siniestro en cada caso: viajaban como ocupantes con Alberto, con el que estaban relacionados por relación de amistad o vecindad varios de ellos, por trabajar en la misma empresa otros dos o, en el caso de una de las acusadas, ya que en aquella época era su novia. Todos rechazaron haber simulado las lesiones que les diagnosticaron, en la mayor parte de casos esguinces cervicales. "A raíz del accidente me dolía todo y me encontré fatal; sufrí una crisis nerviosa del copón", declaró uno de ellos.

La vista arrancó ayer en el Juzgado de lo Penal 1 de Vigo. La fiscal, que acusa de delitos de estafa y de denuncia falsa, elevó a definitiva su petición de tres años de cárcel para el principal acusado y las de entre dos años y medio y dos años y dos meses que plantea para el resto. El perjuicio económico presuntamente causado a tres compañías -que el Ministerio Público reclama que los imputados abonen en concepto de responsabilidad civil- supera los 29.000 euros. Las aseguradoras están personadas como acusación particular. Las defensas solicitan la absolución.

El principal acusado negó que buscase los accidentes intencionadamente y dijo que el motivo por el que fueron a centros sanitarios es que tenían dolores. Los siniestros que se le atribuyen en este juicio fue uno ocurrido el 8 de enero de 2012 en el que Alberto A.C. iba al volante de un Opel Astra, otro del 31 de octubre de ese año en el que conducía un Peugeot 407 de un amigo - "lo llevé yo ya que no había bebido alcohol", dijo- y un tercero del 18 de junio de 2013 en el que de nuevo iba con el Astra. La acusación pública le preguntó en la vista por varios accidentes más en los que se vio implicado -que no son objeto de este litigio- y en los que también sufrió en la mayoría esguinces cervicales. "En total ocho accidentes [en un período de cuatro años] ¿Es una cuestión de mala suerte?", le planteó. "¿No le parece raro esa cantidad de accidentes?", le dijo la juez al acusado, quien aseguró que "ahora" ya nunca pasa por la rotonda de Gran Vía en la que se centra este juicio.

Sobre el accidente de de enero de 2012 afirmó que iba con dos vecinas del barrio de Canido a "tomar algo" a un bar próximo al Hospital Povisa. Aquí entró en contradicción con lo que comentaron las chicas, que señalaron que a donde iban era al Hospital Xeral para visitar a un familiar que acababa de tener un hijo. Ambas aseguraron que resultaron lesionadas. "Sentí el impacto y me quedé mareada", dijo una. "Al ratito noté un tironcito en el cuello", explicó la otra joven.

En el siguiente siniestro, el de octubre, el acusado viajaba con dos compañeros de trabajo -el coche era de uno de ellos- y una vecina. De nuevo se dirigía al mismo bar. Todos los ocupantes insistieron en que resultaron lesionados. "No presentaba lesiones externas, pero me dolía el cuello, las muñecas, todo...", afirmó uno de los ocupantes.

Y en el de 2013, Alberto A.C., de nuevo en su Opel Astra, viajaba con su entonces novia y, según él, con un vecino y su madre a los que recogió al verlos en un semáforo en Gran Vía. La fiscal sostiene que la citada progenitora ni siquiera iba en el coche. Ella asegura que sí: "Iba en el vehículo, me di un balanceo pequeño por el golpe y me dolía la espalda".