Vecinos y transeúntes que a primera hora de la mañana de ayer se encontraban en la Plaza Fernando El Católico vivieron un momento dramático con el rescate por parte de agentes de la Policía Local de una octogenaria sentada en la cornisa de la terraza que estaba a punto de precipitarse al vacío desde un sexto piso.

Una patrulla policial que se encontraba en las inmediaciones acudió al aviso y mientras uno de los agentes se quedó en la acera cortando el paso a los peatones por si se producía la fatal caída otro de ellos subió a la vivienda, salió a la terraza y sujetó a la mujer por un brazo hasta que llegó un tercer compañero que le ayudó a levantarla y ponerla a salvo.

Afortunadamente, el incidente tuvo un final feliz y la mujer, de 89 años, desorientada y visiblemente nerviosa, fue reconocida por un facultativo en la ambulancia y trasladada posteriormente al hospital Álvaro Cunqueiro.

"En esos momentos no te da tiempo a pensar en que te puedes caer tú, solo piensas en intentar salvar a esa persona", subrayó Juan Castro, el agente que pudo sujetar a la mujer durante unos minutos que fueron eternos hasta que llegó otro compañero, Pablo Quintero, para ayudarle. Mientras tanto, José Sierra se quedó abajo impidiendo que pasasen los transeúntes por la zona e intentando comunicarse con la mujer, seis plantas más arriba y cuyas piernas colgaban hacia el vacío.

La increíble imagen que captó a la octogenaria antes de ser rescatada

"Estaba encaramada en la cornisa, con las piernas descolgadas y parecía que hacía gestos de desequilibrio. Yo, desde abajo, le decía que se estuviese tranquila, que íbamos a salir de esta y le hacía gestos con los brazos mientras que impedía que pasase gente pero con la altura que había no sé si me podía escuchar", explica Sierra, que precisa que su patrulla fue la primera en llegar hasta el lugar porque estaban a apenas "unos segundos" de la zona, subiendo con el coche por la calle Urzáiz. Una vez en el lugar, un hombre que se encontraba en un cajero automático les señaló hacia la terraza del edificio, donde vieron por primera vez a la mujer.

"En ese momento haces las cosas porque sí, te salen de forma instintiva y no es solo algo policial sino humanitario y supongo que lo haría cualquier persona. Por suerte este tipo de intervenciones no son habituales pero cuando pasa algo así te sale de repente una empatía hacia esa persona, te pones en su lugar y surgen las ganas de que salga todo bien. Intentas hacerlo lo mejor posible manteniendo la calma porque te debes a una profesión y tienes que actuar siguiendo un protocolo", subraya el agente, que precisa que mientras su compañero subió a la vivienda se dio aviso a los bomberos y a una ambulancia que se desplazaron de inmediato al lugar.

Juan Castro pudo entrar en la vivienda con ayuda de una vecina ya que por fortuna la puerta "estaba mal cerrada". Salió a la cornisa y acudió de inmediato a sujetar a la mujer, encaramada en un alero del edificio con gran caída. "La sujeté y la arrastré por las tejas todo lo que pude para evitar que se cayese, no le dije nada, ella estaba muy nerviosa y lloraba pero yo solo no podía levantarla y esperé a que llegasen refuerzos", relata el agente. Precisa que la mujer pesaba entre unos 50 ó 60 kilos pero que "la pendiente de la cornisa hacía imposible que una sola persona pudiese levantarla en brazos y pasarla por un muro de un metro de alto hacia el interior de la vivienda".

"Te sientes un poco solo porque tu compañero se tuvo que quedar abajo para garantizar la seguridad y lo haces o no lo haces pero en esos momentos no te da tiempo a pensar que te puedes caer tú, lo único que quieres es intentar salvarla, y nada más, solo ayudarla", relata Castro.

Al cierre de la jornada, los policías coincidieron a la hora de señalar que cerraron el turno con una sensación "gratificante" al saber que"hay una persona que salvó su vida" por su intervención. "Cualquier compañero habría hecho lo mismo que nosotros, pero nos tocó a nosotros porque éramos los que estábamos más cerca", recalcó Juan Castro.