Fue un acontecimiento económico y también social el que se desarrolló en un edificio situado en las confluencias de las calles Policarpo Sanz y Velázquez Moreno. La llegada del Banco de A Coruña fue uno de los grandes actos del año 1947. Se instalaba por primera vez en la ciudad y tenía como objetivo el poder competir con la Caja de Ahorros Municipal de Vigo, ya integrada y de gran implantación, y el Banco de Vigo, la otra institución financiera que llevaba muchos años de actividad. El Banco de A Coruña también se llamaba Banco El Crédito Gallego, después de tener que cambiar de nombre por orden gubernativa.
El acto fue "solemne", según se recogen en las crónicas de la época. Hubo varios discursos y contó con al presencia de Luis Suárez Llanos, por aquella época alcalde de Vigo, y Alfonso Molina, regidor municipal de A Coruña. Al mismo asistieron una amplia representación de la sociedad viguesa. En la relación de invitados figuraban numerosos empresarios locales y también de la comarca.
Los gestos también parecen contar con importancia. Varios de ellos quedarán recordados como un símbolo de las buenas relaciones que se querían establecer. Así, el Banco de A Coruña donó una importante cantidad de dinero, que no se especificó de forma pública, para ayudar a las personas más necesitadas de la ciudad. Y sus responsables tampoco dudaron en organizar un multitudinario banquete en el restaurante ubicado en el Monte del Castro, uno de los símbolos de Vigo.
El Banco de A Coruña había sido fundado en 1856 gracias a la iniciativa de un grupo de empresarios de esa ciudad. Comenzó su expansión al amparo del Gobierno, que le otorgó determinados privilegios. Funcionaba como una sucursal del Banco de España en Galicia. Sin embargo, en 1875 la entidad desapareció de forma oficial, aunque su estructura se mantuvo. Se seguía llamado Banco de A Coruña, aunque en los documentos se registró como Banco El Crédito Gallego. Sus accionistas seguían siendo empresarios. En 1970 fue adquirido por el Banco de Bilbao.
Su llegada a Vigo 1947 se puede considerar también como simbólica por otro motivo. Ocupó lo que se llamaba la casa de Francisco Solleiro. Una construcción de cuatro plantas en la zona centro de la ciudad. Tenía los primeros números de la carretera que unía Vigo con Baiona, según el documento oficial entregado con el proyecto en el ayuntamiento vigués. Además, tuvo que pagar más de 1.500 pesetas de impuestos municipales. Para poder realizar las obras se necesitó de un informe de la Comisión de Obras, de la Policía Local y se aprobado por el pleno. La casa había sido diseñada por Miguel Felipe Quintana, que era el arquitecto municipal en aquella época, y que nunca fue terminada en su totalidad. Le faltó por instalar una gran cúpula en el techo. Hoy en día se conserva su aspecto exterior como era antiguamente.
Cuando llegó a Vigo el Banco de A Coruña, el inmueble pertenecía a Francisco Solleiro Negredo, hijo del que había promovida la construcción. La familia estaba muy arraigada en la ciudad, sobre todo en su esfuerzo y dedicación por mejorar lo servicios de educación. También destacó por ser vicepresidente de la empresa que gestionaría el tranvía entre Vigo y Baiona o la creación de una empresa que aseguraba a los pequeños barcos de pescadores de toda la ría.
Para poder acoger la entidad financiera, la casa sufrió algunas modificaciones, aunque se mantuvo siempre fiel en su estructura exterior. Destacan varias columnas y también sus ventanas, que le dan un tono clásico. Miguel Felipe Quintana fue el arquitecto encargado del proyecto. Era madrileño pero si instaló en Vigo y llegó a ser el arquitecto municipal. Realizó numerosas obras que hoy en día se pueden encontrar en la arquitectura de la ciudad. Destacan la casa para Estanislao Durán ubicada en la calle del Príncipe, el edificio del Asilo de Ancianos Desamparados o la iglesia de Santiago de Vigo, entre otros.
