El Teide inició su carrera para ser Patrimonio Mundial en mayo de 2002. La iniciativa surgió del Centro de Iniciativas Turísticas (CIT) de Santa Cruz de Tenerife y pronto logró la plena implicación del Patronato del Parque Nacional y, un año y medio después, del Gobierno de Canarias, ya en octubre de 2003. Desde el primer momento el proyecto concitó un gran consenso y de los 88 ayuntamientos del archipiélago canario un total de 56 aprobaron declaraciones oficiales de respaldo a la propuesta. También lo hizo el Cabildo Insular de Tenerife en una sesión extraordinaria en abril de 2003, diversas instituciones científicas, como el CSIC, el Instituto de Ciencias de la Tierra Jaume Almera o la Estación Biológica de Doñana, organizaciones no gubernamentales, las universidades, colegios profesionales y se buscó también el apoyo de todas las federaciones deportivas y muy particularmente de las organizaciones empresariales.

Conscientes de la repercusión en términos turísticos y económicos, el CIT planteó desde el principio una iniciativa universal y de consenso a la que se adhirieron además 15.000 particulares a lo largo de los cinco años que duró el trabajo de concienciación y de elaboración del proyecto definitivo de la candidatura. El camino fue larguísimo pese a que el Parque Nacional del Teide completó toda la tramitación en tiempo récord: un total de cinco años que es lo mínimo que según fuentes del Ministerio de Cultura se consideran necesarios para superar todas las fases del programa de la UNESCO.

Desde que en octubre de 2002 la Comisión Mixta de Gestión de los parques Nacionales de Canarias aprobó un cronograma para lanzar el proyecto, no fue hasta octubre de 2004 cuando el Consejo de la Red de Parques Nacionales acordó proponer la candidatura del Teide como Patrimonio de la Humanidad. Las notas de prensa de entonces hablan de un "trabajo intenso" y un "mano a mano" entre el CIT y las Consejerías de Medio Ambiente del Gobierno de Canarias gracias a un acuerdo institucional que permitió al Ministerio de Cultura elevar la propuesta a la Comisión de Patrimonio Mundial en enero de 2006.

Desde que se alcanza este punto, el portal del Ministerio de Cultura sobre la tramitación a seguir por las candidaturas estima que el proceso aún podría prolongarse otro año y medio con la evaluación del proyecto por parte de organismos consultivos y la corrección de errores. Casi ningún proyecto cumple los plazos, pero el Teide logró la distinción en el Comité de Patrimonio Mundial del año siguiente -julio- y alcanzó el reto en apenas un lustro compitiendo en esa reunión con otros 38 enclaves internacionales que no corrieron la misma suerte. Superar el examen de la UNESCO no está al alcance de cualquiera.

28 proyectos en suspenso

El primer paso cuando el Gobierno central traslada la propuesta al Centro de Patrimonio Mundial es acceder a una lista indicativa donde deben permanecer los proyectos al menos un año. Y es en este punto donde muchas iniciativas zozobran. Ahora mismo, en la lista indicativa de España figuran un total de 28 propuestas y salvo la de Risco Caído que se someterá a evaluación en 2018, las demás siguen en tramitación, algunas ya sin avances desde hace más de una década. Era el caso de la Ribeira Sacra, que entró en esta fase en 1996 y no se retomó hasta hace un año. De Galicia quedaron en un mero intento el Patrimonio Histórico de la Ilustración en Ferrol y la protección de Os Ancares-Somiedo, plan impulsado junto a Castilla y León y Asturias.