Ha sido un trabajo de meses, como reconoció ayer el presidente de la Xunta. Se trataba de elaborar un informe que documentase el inmenso valor medioambiental, paisajístico, científico, que atesora el Parque Nacional Illas Atlánticas, en especial las Cíes. Pero el encargo tenía otra condición tan importante como la primera: debía ser realizado en la más estricta confidencialidad. En secreto.

El Gobierno gallego deseaba tanto hacer acopio y organizar el material que serviría de base para la solicitud de Patrimonio de la Humanidad como que nadie, ninguna institución ni organismo ajeno a la Xunta, tuviese conocimiento de ello. Porque, desde un primer momento se daba por descontado que Vigo, que había anunciado la candidatura de las islas Cíes en 2014, manifestaría su oposición a la iniciativa autonómica por evidente solapamiento. Y es lo que ha ocurrido pero, eso sí, con el informe ya en un cajón del Ministerio de Cultura. De hecho, el anuncio lo hicieron los conselleiros de Medio Ambiente y Cultura en Vigo diez días después de haber remitido el documento a Madrid.

Así que mientras técnicos y expertos designados por Medio Ambiente trabajaban en el más absoluto sigilo, desde el Concello, ajeno a la situación, se seguía con el proceso de elaboración de su propio expediente, que sería remitido a la Xunta a finales de junio, y su campaña de promoción y difusión de una iniciativa que desde el primer momento consideraron estratégica. De ahí que, por ejemplo, en la feria de turismo Fitur de enero las Cíes fuesen la gran estrella. Ahora, una vez enviado el informe, la Xunta aspira a lograr el apoyo de todos los alcaldes implicados en Illas Atlánticas, esos mismos a los que no se quiso informar por la consigna impuesta de silencio sepulcral.