Cuando Benedetta Tagliabue y Enric Miralles aterrizaron en Vigo a finales de los 90 el campus ya disponía de edificios contemporáneos de gran valor como la Facultad de Económicas de Penela o la Biblioteca de Noguerol y Díaz, pero seguía adoleciendo de falta de conexión. El estudio EMBT diseñó el Aulario, el centro comercial, el teatro, varias pasarelas, la zona deportiva y el Rectorado.

Tagliabue, socia y viuda del arquitecto catalán, quien falleció prematuramente sin ver el proyecto concluido, dice sentirse "muy orgullosa" de su actuación. "Si estabas en una facultad no te enterabas de lo que pasaba en las otras y nuestro encargo fue que la gente tuviese conciencia de los demás lugares y un espacio donde encontrarse. Y esto era fundamental no solo para los estudiantes, sino también para la gente que iba allí a trabajar, pasear o hacer deporte. Hicimos un corazón que permite a ese organismo seguir viviendo. No se trata de un edificio acabado, sino de un complejo que puede crecer y que da la oportunidad de crear más pedazos de un campus muy vivo", explica.

La "aventura" comenzó cuando Penela invitó a Miralles a recorrer el campus: "Esa conversación fue muy importante y después nosotros seguimos con esa idea de Penela y también de Noguerol y Díaz de integrar el paisaje, de transformar lo existente de manera sutil".

"Un entorno tan bonito como el de Marcosende inspira mucho. Te permite hacer recorridos para los estudiantes casi meditativos que discurren cerca del agua y con vistas a la montaña y al mar en la distancia. Es un lujo increíble. Hay una pereza natural en la gente para caminar, pero logramos el milagro de situar todo a un mismo nivel. De las obras que hicimos en esa época con Enric, el campus de Vigo representa el amor al paisajismo y a una arquitectura entendida en sí misma como paisaje", destaca.

Tagliabue recuerda la "ilusión" compartida por todos los miembros de EMBT que participaron en el proyecto. "Fue muy bonito. Los rectores Docampo y Gago tuvieron mucha visión. Y también estoy muy orgullosa de haber convencido a todos de que el paisaje era tan importante como los edificios", señala.

La reconocida arquitecta, con obra en varios países e integrante del jurado del prestigioso premio Pritzker, el Nobel de la profesión, destaca el "cariño" de las obras de quienes le precedieron y de los jóvenes que se "formaron" en el proyecto de EMBT y hoy tienen "una voz importante" en Galicia. "Nos gustaría mucho que el campus no solo fuese un lugar de referencia universitaria y de investigación, sino también de visita arquitectónica", comenta.

Lo visitó por última vez en 2008: "No he vuelto, pero he recibido muchos comentarios de amigos que han ido y a los que les encantó. Y eso me hace muy feliz. Espero que la gente lo haya hecho suyo, eso es lo importante".

Tagliabue viajará este mes a China para supervisar la construcción de la Escuela de Negocios de la Universidad de Fudan en Shanghái. "Es un gran edificio de 50.000 m2 en un campus urbano, pero se han podido aplicar muchas cosas de Vigo. Aunque sea diferente", apunta.

Ella ve ventajas en la ubicación del campus olívico. "Es un lugar donde puedes estar muy concentrado y mantener esa relación con una naturaleza espléndida. Tener una universidad en la ciudad supone mayores problemas económicos por temas de suelo, pero la de Vigo puede seguir construyendo y eso es algo muy, muy positivo. Es una oportunidad para crear espacios de relación con las empresas", subraya Tagliabue, que aceptaría "encantada" construir un edificio que facilitase esta conexión o diese respuesta a alguna "nueva necesidad".

Y tras conocer que se construirá una sede en el Casco Vello, lo celebra: "¡Qué bonito! Esto es lo ideal, tener un espacio de tranquilidad y también el movimiento urbano en la zona antigua".