Lleva dos décadas trabajando en As Lagoas-Marcosende y es, sin duda, el arquitecto que mejor conoce el potencial del campus. Alfonso Penela realizó el primer plan de urbanización en los noventa y es autor de la premiada Facultad de Económicas y de la de Ciencias Jurídicas, de la residencia universitaria -una estrella de mar con cuatro brazos metálicos que fue seleccionada para los Premios FAD 2002-, y del primer edificio del Rectorado, que actualmente acoge la Gerencia.

Sus proyectos más recientes han estado vinculados a la investigación y la transferencia del conocimiento: la Ciudad Tecnológica de Vigo (Citexvi), el Centro de Investigación Biomédica (Cinbio) y el Módulo Tecnológico Industrial (MTI), cuya forma recuerda a un barco varado sobre la ladera.

"Siento el campus como el menú de un restaurante chino, agridulce, aunque el resultado final es bastante bueno. Hubo momentos en los que faltó control y se levantó un edificio aquí y otro allí. El plan especial comenzó a construir la idea global que faltaba y que todavía no se ha desarrollado del todo. Es la asignatura pendiente. Quedan cosas por hacer que tienen que ver no tanto con los usos y edificios, sino con el modo de trabarlo todo", plantea.

El Pritzker brasileño Mendes da Rocha ideó una futurista solución que conectaba los edificios con pasarelas metálicas elevadas a la cota de la plaza Miralles. Pero la falta de fondos para un proyecto de esta envergadura obligó al Rectorado a suspenderlo en 2008 de forma indefinida.

"Quizá era demasiado ambicioso, pero algo hay que hacer para resolver esas carencias. La sensación es que dentro del campus hay pequeños campus, las facultades de Económicas y Ciencias Jurídicas, por un lado, el antiguo CUVI, por otro, o la zona de las ingenierías. Falta el campus global", insiste Penela, que también aboga por mejorar las comunicaciones con la ciudad. "As Lagoas-Marcosende nunca será un campus urbano y debe potenciarse a sí mismo", opina.

Junto al antiguo CUVI de Pernas, diseñado con la "filosofía del campus americano," hoy conviven "muy buenos proyectos" de arquitectura contemporánea, "diversos y con actitudes muy distintas". Sin embargo, muchos vigueses ignoran este patrimonio.

"La relación de la gente con la arquitectura es muy relativa. Van al cine y leen libros, pero no entienden que esta disciplina tiene un componente que va más allá de su utilidad. No hay un deseo, una voluntad, por eso no van al campus, pero tampoco disfrutan de los buenos edificios que hay en Vigo y en Galicia", lamenta.

Todos esos excelentes ejercicios de arquitectura comparten el respeto y la atención por el paisaje. "La orografía del campus para mí es una virtud, no un problema. Hay que saberlo resolver. Si fuese un plano horizontal infinito habría que inventarse una montaña para enriquecerlo. Pero un paisaje tan potente como el de As Lagoas-Marcosende te lanza a unas vistas lejanas que son una pasada y que convierten al campus en un gran mirador", subraya.

"El problema no es la orografía, sino que se improvisó muchísimo y no existía una ordenación, un plan previo. Un plano inclinado puede ser una virtud como ocurre en algunas zonas de viñedos de Galicia y, a la hora de construir, te permite conectar con el terreno por la parte trasera y lanzarte a las vistas", añade.