"Ya tiene mejor color, como el de una mano normal. Al principio la mirabas y estaba inflada y morada, ahora ya no". A lo largo del último año Óscar González ha reaprendido a tocar el mundo con su mano derecha, la que le cercenó una amasadora de hormigón el 23 de marzo de 2016 -víspera de Jueves Santo- y la que solo unas horas después del accidente le reimplantaron los médicos de Cirugía Plástica y Traumatología del hospital Povisa. Doce meses después de la cirugía, González sigue volcado en el proceso de recuperación. De lunes a viernes acude a diario a sesiones de fisioterapia en Ourense y practica natación para fortalecer los músculos y articulaciones. "Hace un año no podía hacer mucho; ahora ya doblo cuatro dedos, con los que puedo hacer garra", explica este vecino de Allariz.

Esa mejoría se nota en su día a día. Óscar, que, reconoce, ya daba por perdida su mano después del accidente que sufrió en las obras del AVE de Cercedelo, goza ahora de una movilidad inimaginable en abril de 2016. "Cada vez tengo más fuerza y más rapidez, aunque echo en falta tener más movilidad en el pulgar y la muñeca", comenta, optimista y vital. También ha mejorado su habilidad con la mano izquierda, que -como la inmensa mayoría de diestros- no estaba acostumbrado a usar hasta el siniestro: "Antes me resultaba muy difícil servirme un vaso de agua con esa mano, ahora ya lo domino más". Sigue costándole sin embargo atarse los cordones de los zapatos -"aún no puedo", confiesa- y escribir. Sobre todo escribir. Para ganar habilidad empezó a hacer ejercicios de caligrafía, pero reconoce que le resultan "aburridos". Con el móvil se defiende con agilidad: "Ya lo hago bien, de todas formas... si tardo un poco más al escribir en Whatsapp, la gente espera".

De baja desde el accidente, Óscar se ha acostumbrado a la rutina que le marca su proceso de rehabilitación. Todos los días, de lunes a viernes, acude a Ourense para pasar una hora con el fisioterapeuta y otra hora de terapia. "Es como si fuese un trabajo", bromea. Esa labor lo completa con intensas sesiones de natación, de unos 45 minutos, y también ejercicios en casa, donde flexiona los dedos y usa una célula especial que le ayuda a recobrar fuerza y flexibilidad. Según anotaron los expertos que le operaron en 2016, el proceso de recuperación durará "entre dos años y dos años y medio". Una vez finalice, Óscar espera haber recobrado la máxima sensibilidad y utilidad posible en los dedos.

Su rutina semanal se completa con visitas mensuales a Povisa, el hospital donde le operaron; y al cirujano cada varios meses. En los diferentes especialistas que le tratan y en el centro vigués de la calle Salamanca encuentra un apoyo crucial. "Tengo confianza en Povisa, estoy muy tranquilo", comenta Óscar, de 33 años y quien en breve deberá pasar de nuevo por quirófano para mejorar la movilidad de la mano. Tras esa operación le quedaría pendiente otra en el pulgar, fundamental para aumentar la utilidad de ese dedo, y una tercera por la que -confiesa Óscar- prefiere no preguntar de momento.

Él afronta el reto con energía. Da largos paseos para despejarse y también hace gala de un optimismo férreo y vital. "Ver que vas mejorando poco a poco ayuda mucho... La vida sigue". Otro pilar clave es su círculo de familiares y amigos: "Recibes mucho apoyo de la gente, porque se preocupan; pero poco a poco se acostumbran y lo van asimilando". El trato que recibe en Povisa también le insufla "tranquilidad y ánimos".

Tras superar una prueba especial Óscar puede sentarse al volante de coches automáticos y también mantiene una de sus grandes aficiones: jugar a la Play Station. La movilidad limitada de su pulgar sin embargo le complica las partidas. "Aún no puedo jugar bien... El dedo gordo se echa de menos". Antes del accidente en Cercedelo le gustaba también jugar al fútbol, pero reconoce que de momento prefiere no arriesgarse en partidos por miedo a una mala caída y lastimarse la mano derecha. Lo que más añora, sin embargo, es disfrutar de una mayor independencia en su vida cotidiana. Cuando tiene que cortar alimentos duros necesita por ejemplo ayuda. También se encuentra con algunas dificultades al sostener vasos húmedos.

Siete horas en quirófano

El accidente que cercenó la mano derecha a Óscar ocurrió en Laza, el miércoles 23 de marzo del año pasado a primera hora de la tarde, minutos antes de las tres. Las palas de una amasadora de hormigón le apresaron el antebrazo, que quedó unido a la mano únicamente por un nervio y un tendón. Los primeros cuidados, claves, se los dieron en el ambulatorio de la zona. Desde allí un helicóptero lo trasladó a Vigo, donde ingresó en Povisa. A las cuatro de la tarde había entrado ya en quirófano.

La operación duró siete horas y requirió de la intervención de especialistas de varias disciplinas. En una primera fase, que se prolongó 90 minutos, el traumatólogo Rafael Otero fijó el cúbito y el radio. A continuación los cirujanos plásticos Enrique Moledo y Beatriz Postigo unieron el resto de tejidos: primero las arterias y venas, más tarde los nervios y a continuación los tendones, músculos y piel. Esa segunda fase se prolongó unas cinco horas y media. Hace poco Povisa realizaba otra operación similar con éxito al reimplantar la mitad de una mano a un albañil de Lugo que se la había cortado con una máquina.