Iñaki Martínez (nombre ficticio) comenzó a beber a los 18 años. Desde entonces, el alcohol le ha llevado a consumir otra clase de drogas y a tener problemas con el juego. "La bebida suele ser el primero de tus problemas porque es muy fácil conseguirla. Al final dejas de controlarla tú para que sea ella la que te domine", comenta a la salida de una de las reuniones a las que asiste en la única unidad asistencial de tratamiento al alcoholismo (Asvidal) que hay en la provincia de Pontevedra.

Uno de sus compañeros en la misma es Manuel Gutiérrez (nombre ficticio), aunque sus inicios fueron distintos. "Yo comencé a beber cuando salía con mis amigos y con el paso de los años mi cerebro tiene asociada la bebida como algo que necesito, como si fuera agua. Es ante todo un problema mental para el que se precisa ayuda profesional".

Sus casos son dos de los cientos que año tras año acuden hasta Asvidal para poner fin a su adicción. Un total de 726 personas con problemas con el alcoholismo recibieron tratamiento en Vigo durante el año pasado. Trescientos eran nuevos pacientes . "Las cifras son similares a las de otros años, pero lo que ha cambiado desde hace una década es la edad media de los enfermos que recibimos", señala Berta Gómez, una de las psicólogas clínicas del centro. En la actualidad se sitúa en los 51 años cuando antes no llegaba a los 45. "Se debe a muchos factores. Por un lado está el desempleo en personas mayores y por otro la evolución en la medicina", advierte Carmen Guimeráns, psicóloga clínica y directora del centro, quien añade que "el paro y las pocas perspectivas de encontrar un trabajo son dos de los factores que ofrecen más riesgo".

Ambas especialistas ofrecen un tratamiento individualizado a sus pacientes. "Es mejor que sea así porque cada persona es completamente diferente y los consejos que puede necesitar no se parecen en nada a los que recibe su compañero", explica Gómez. Ella tiene reuniones con decenas de ellos cada mes, pero reconoce que grupo es el más complicado de llevar. "Los jóvenes tienen más problemas para asimilar lo que les decimos porque al beber solo los fines de semana creen que no tienen ningún problema", indica la psicóloga.

De una de las pocas reuniones de grupo que se celebran en la asociación salen Iñaki Martínez y Manuel Gutiérrez. Para ellos, su paso por Asvidal les ha cambiado la vida. "Es muy difícil darte cuenta de que tienes un problema con el alcohol, asumirlo y sobre todo pedir ayuda, aunque es imprescindible hacerlo", señala el primero. "Aquí no puedes venir obligado. Sin embargo, al entrar te das cuenta de que todo mejorará porque te van a asesorar excelentes profesionales", indica el segundo.

Ambos llevan varios meses en contacto con las psicólogas del centro para tratar su adicción. Pese a los significativos avances en este tiempo saben que las recaídas son normales. "De esta enfermedad no te curas nunca y debes seguir en alerta hasta el último día de tu vida", comenta Martínez. "Yo tuve un bajón la semana pasada y estuve bebiendo en casa durante 14 horas seguidas", reconoce Gutiérrez. Ante estos imprevistos, ambos lo tienen claro. "No queda otra que levantarte, sacar fuerzas de donde puedas y seguir luchando por salir de esta pesadilla", explican.

Pese a preferir mantener su anonimato, los dos pacientes quieren servir de "ejemplo" para todas aquellas personas que mantienen sus problemas de alcoholismo en secreto. "No es una vergüenza ser un adicto porque existen profesionales que te prestan ayuda y lo que debes hacer es aceptarla", señala Gutiérrez.

Los tratamientos que se ofrecen en Asvidal suelen extenderse durante más de un año, aunque al final la duración la marca el paciente. "Normalmente aquí están alrededor de 18 meses, pero hay personas que lo dejan a las pocas semanas y otras que nos piden seguir más tiempo", explica Guimeráns. Lo que si constata la directora del centro es la mejoría de todos aquellos que mantienen una regularidad en sus sesiones. "Si los ves al llegar y vuelves un año después compruebas que son personas nuevas y eso es para lo que trabajamos aquí", advierta Gómez.