Las aguas de las costas gallegas tienen sus propios soberanos: una dinastía de gigantes, de entre 2 y 20 metros de longitud, que se deslizan con rapidez bajo las olas y se sumergen en las profundidades del océano, a cientos de metros de la superficie, en busca de comida. Las aguas de las costas gallegas son el reino de los cetáceos. Y las de las Rías Baixas, el de una selecta estirpe formada -anota la Coordinadora para o Estudo dos Mamíferos Mariños (CEMMA)- por la decena de especies que se encuentran con relativa frecuencia en la zona.

Alfredo López, responsable de CEMMA, cita ocho especies de cetáceos que o bien varan con frecuencia en las costas del sur de Galicia o bien se pueden avistar en el mar. La nómina abarca desde la ballena común o el cachalote, los dos colosos de mayor tamaño -al rondar los 20 metros de largo y superar los 50.000 kilos de peso- a la toniña, o marsopa, que no pasa de los dos metros y 60 kilos.

El listado lo completan el caldeirón, la ballena aliblanca, el delfín común, el arroaz boto y el arroaz. Hace solo unos días aparecía varado en la playa de Funchiños, en Canido, un ejemplar de esta última especie: una hembra joven, de 179 centímetros y que según el primer análisis de los expertos había fallecido por causas naturales. Hallazgos de este tipo no son infrecuentes y demuestran la presencia de estos cetáceos en las aguas de Galicia. A principios de mes ya lo ponía de manifiesto otra noticia curiosa: el caso de un buque que había partido de Vigo y que al arribar a su destino, en Valencia, casi mil millas y varios días después, se percató de que llevaba atrapado en su casco el cadáver de un rorcual de 14 metros de largo.

López apunta que es difícil concretar la población de cetáceos que habita en las Rías Baixas debido a la frecuencia con la que se desplazan de un punto a otro. "No hay datos fiables en escala tan pequeña porque son muy móviles", anota el responsable del CEMMA: "La población de cetáceos en la plataforma de Galicia podría contar con hasta 15.000 ejemplares". Entre ellos los delfines son los más numerosos. Los arroaces sumarían unos 600 y las toniñas, 300.

Los puntos mejor situados para disfrutar de sus ágiles movimientos son las bocas de las rías, como Cabo Silleiro o Cabo Home. "La posibilidad de verlos es grande desde cualquier punto: en San Simón, Cangas, Vigo o Baiona, pero solo cuando ellos quieren, no nosotros", comenta López, quien recuerda además que la ley impide acercarse a una especie protegida.

Desde 1991, cuando inició su labor, el CEMMA ha registrado 21 especies diferentes de cetáceos en las aguas y costas de Galicia. Entre ellas se cuentan cifios -común, de True, de Sowerby y de Blainville- o ballenas boreales, grises y yubartas.