A cada semana que pasa, el presidente del Celta, Carlos Mouriño, acorta más los plazos para una posible construcción del estadio de fútbol alternativo al de Balaídos. Si hace quince días se daba siete años para la finalización de la obra, el pasado fin de semana redujo el tiempo a cuatro y ayer en una ronda de entrevistas a diferentes medios locales, prometió ejecutar la obra "a la máxima velocidad". Con este propósito reveló su intención de "firmar muy pronto, en meses" un convenio con el municipio que acogería la infraestructura deportiva, incluso antes de disponer toda la información urbanística. "A partir de la firma, veríamos toda la documentación y nos pondríamos a trabajar con el proyecto", aseguró. En todo caso, advirtió que la viabilidad de su proyecto estará en manos de decisiones políticas.

Mouriño admitió que para cofinanciar el nuevo estadio se utilizarán los recursos procedentes del uso comercial que tendría el recinto. Abundando en esta idea, justificó algunas de las pobres asistencias de aficionados a Balaídos porque se les obliga a "elegir" entre la "comida familiar" o el fútbol. A su juicio, con el nuevo campo esto ya no ocurrirá, porque las familias podrán almorzar en las instalaciones del estadio. Y, añadió, en el caso de que "la mujer" de algún socio no le guste el fútbol, podrá aprovechar las zonas de "ocio y recreación[sic]" que se les ofrecerá.

Aunque aseguró que había diferentes ubicaciones para acogerlo y llegó a afirmar que se haría "en la primera que reúna las condiciones", confesó que Mos es en estos momentos el gran candidato. "Es el punto principal, por cercanía y comunicaciones", mantuvo. El presidente negó que se plantease adquirir la Ciudad Deportiva del Mercantil, en Puxeiros, "porque no queremos enturbiar la relación con esa sociedad", pero reconoció que los terrenos que bajaran están próximos a estas instalaciones.

Preguntado sobre las malas comunicaciones actuales entre Vigo y Mos por un vial que es el mayor punto negro de las carreteras españolas por su elevadísima sinietralidad, el presidente del Celta se limitó a garantizar que el nuevo estadio "tendría unas comunicaciones y accesos ideales", aunque no explicó cómo se lograría. Sin embargo, se comprometió a que en "20 o 25 minutos" los aficionados llegarían al campo.

"Ni regalado"

Mouriño cargó de nuevo contra la reforma de Balaídos hasta el punto de que "en estos momentos no querría el estadio ni regalado". Además criticó que el Concello encargase el estudio de viento de la nueva grada de Río después de adjudicar la obra, algo que entiende que debería ser al revés. A su juicio, lo mismo se hizo con la de Tribuna y luego fueron necesarias hacer obras de refuerzo y reformado.