La Asociación Érguete entiende que es "en el comienzo de la actitud delictiva" cuando la intervención puede ser más. Por ello, desde hace una década, lleva a cabo un Programa de Formación e Integración Social (PFIS) para prevenir la reincidencia entre los internos jóvenes y en su primer ingreso en A Lama, los que están en proceso de quedar libres, los que es han suspendido la condena, los penados con trabajos en beneficio de la comunidad o los menores. Este último grupo es hoy uno de los más numerosos del programa y los responsables de la iniciativa destacan que crece año tras año.

Se trata de jóvenes de entre 14 y 17 años con medidas judiciales, problemas de consumo o de conducta. Habitualmente son casos en los que el juzgado les suspende las sanciones económicas con las que habían sido penados a cambio de superar este programa. No lo harán solos. La intervención incluye la participación de los padres. Lucía Pereda, la coordinadora de PFIS, explica que la iniciativa tienen una gran acogida entre los progenitores.

En la actualidad, 13 de los 47 usuarios activos del programa, son menores. Es la misma cantidad que todos los que pasaron por la el PFIS en todo el año pasado. No saben a ciencia cierta a qué se debe este aumento. "Puede ser por un repunte, por la sobrecarga de Menores o por que los jueces opten más por las medidas socioeducativas como esta, en vez de por las multas", opina Lucía Pereda. Cuenta que no existe un perfil único, sino que se encuentran con todo tipo de consumos y de niveles de renta o "tanto con padres implicados como con otros que no".

La coordinadora, la psicóloga y el pedagogo del Érguete que llevan esta actividad -con el apoyo de un equipo jurídico-, trabajan con los usuarios para que cambien sus conductas y sus formas de pensar y para que sepan controlar sus impulsos.

De los otros 34 participantes actuales del programa, el grupo más nutrido son los internos jóvenes de la prisión de A Lama, en Pontevedra (14) y las personas penadas con medidas alternativas a la prisión, como trabajos en beneficio de la comunidad (13). Pereda explica que trabajan con ellos para que llegue a la conclusión de "por qué delinquió y, así, empoderarlos". Al ser menores de 30 años y tratarse de su primera pena, resulta más fácil intervenir.

La meta del programa es "formar para conseguir la integración social plena, consciente y, sobre todo, satisfactoria", según reza la memoria del programa, por el que en 2016 pasaron 80 personas, todas ellas con un bajo índice de peligrosidad y que tienen un nivel medio alto de motivación para el cambio. La asociación considera "prioritaria" una intervención terapéutica en "delincuentes primarios" no "para propiciar un castigo como resultado de su conducta no deseada, pero sí para analizar y restaurar las causas que han llevado a la persona a romper sus vínculos con la sociedad y a apartarse de ella". Alerta de que si sus actos "no revistan consecuencias de ningún tipo o lo son de carácter muy leve" y no se actúa sobre las causas, "con mucha probabilidad el delincuente pasará de primaria a habitual y finalmente acabará engrosando el número de presos que ocupan los centros penitenciarios de nuestra comunidad".