Las décadas de abandono, el mar y las inclemencias meteorológicas han oxidado y devorado parte de su estructura, pero Vigo todavía está a tiempo de recuperar los cargaderos de mineral de Rande y aprovechar su potencial como recurso turístico y motor económico de la zona. Es lo que defienden los autores de un trabajo que pone sobre el papel el interés de ambas piezas dentro del patrimonio arqueológico-industrial de la ciudad y desarrolla una propuesta para transformar los muelles en un nuevo espacio de educación, cultura y ocio.

"Son un ejemplo genial del desarrollo económico de principios del siglo XX no solo de Vigo y de Galicia, sino de toda España. Tuvieron una gran importancia y forman parte de los primeros muelles construidos con ciertas tecnologías en su época. Sin embargo, mucha gente ignora, por ejemplo, que desde el muelle más antiguo fue embarcado el 30% del wolframio español que utilizaron los nazis para fabricar armamento. Son vestigios con un gran potencial para dar a conocer nuestra historia y mejorar su entorno", destaca Iago Pozo, ingeniero de Minas experto en conservación del patrimonio y doctor en Tecnología Ambiental.

Los otros dos autores del artículo publicado por la revista Industrial Archaeology Review -por ahora solo en su versión web a la espera de la edición impresa- son Ignacio Pérez y Gonzalo Rial, también ingenieros de minas. "A los tres nos interesa que se valore nuestro patrimonio y el caso de los muelles siempre nos llamó la atención. Además Ignacio es de Redondela y los conocía bien", apunta Pozo.

Tras varios meses de trabajo de documentación, los tres pudieron constatar la escasez de estudios previos sobre los cargaderos. Durante su investigación, contactaron con especialistas en arqueología industrial de varias universidades y con los pocos expertos que han escrito sobre los muelles -Alberte Román, Antonio Luis Andivia-Marchante y Juan Manuel Cano-. Y también consultaron el Archivo General del Puerto de Vigo con ayuda de su responsable, Beatriz Bruna. "Leímos mucho y también hablamos con gente que reside en la zona", señala Pozo.

Los esqueletos metálicos hoy abandonados en Rande fueron en su día piezas clave para una ciudad desde la que salían barcos cargados de wolframio, hierro y estaño extraídos del interior de Galicia hacia el resto del mundo. Una intensa actividad exportadora que obligó a la Autoridad Portuaria a buscar "nuevas soluciones" para el transporte y la carga de minerales.

El primer cargadero, el más cercano a Rande, fue construido en 1926 por Minerales de Hierro de Galicia, financiada con capital de origen alemán y que explotaba el mineral de Freixo, en Monforte de Lemos. Hoy solo se conserva la estructura sobre tierra, pero estaba formado por un brazo voladizo de piedra y hormigón sobre el que el mineral avanzaba en una cinta transportadora hasta los buques.

Los autores del estudio señalan que el uso del hormigón armado fue "una completa innovación" cuando se construyó, de ahí su importancia. Con una longitud de 70 metros y una anchura de 7, está conformado por un viaducto de hormigón y piedra que se une a un muelle voladizo. Su fisonomía recuerda la del muelle de San Juan de Aznalfarache, levantado en 1905 en el Guadalquivir.

La estructura viguesa fue desmantelada y abandonada en los años 50 debido a la caída de la actividad minera y también, según apuntan algunos autores, a que la compañía Minerales de Hierro de Galicia fue incluida en 1944 en una lista negra del Departamento de Estado de EE UU por sus vínculos con la Alemania nazi.

El segundo puente, muy cerca del anterior, forma parte de "una oleada de muelles de carga de metal en la segunda mitad del siglo XX" a los que los estudios de Andivia-Marchante definen como herederos directos de los diseñados y construidos en Reino Unido a partir de 1850.

Fue ejecutado por Minero Siderúrgico de Ponferrada entre 1960 y 1966 y estaba formado por tres plataformas de hormigón armado conectadas por un puente metálico con una cinta transportadora. En este caso, el brazo voladizo tenía forma de ele, una longitud de 200 metros y una anchura de 5.

Desde este muelle partía el mineral de hierro de las minas de Coto Wagner y el carbón de Larciana y El Bierzo hacia Reino Unido y Alemania. Pero la crisis energética de principios de los 70 y las protestas de los bateeiros de Rande abocaron a la compañía al cese de la actividad.

Ninguno de los cargaderos conserva su conexión original con la vía principal de ferrocarril ni las cintas transportadoras del mineral, están invadidos por la maleza y sus estructuras metálicas se encuentran muy afectadas por el óxido, las grietas y los grafitis. Aun así, los autores del trabajo sostienen que su restauración sería factible.

La Autoridad Portuaria llegó a plantear el año pasado la transformación del más reciente en una zona para atraques de larga duración de barcos averiados o en ruinas. Su propuesta pasaba por eliminar todos los elementos que han sobrevivido hasta hoy y conservar solo los pilares. Sin embargo, la idea quedó en suspenso después de que el alcalde de Redondela le trasladase a su presidente, Enrique López Veiga, que el municipio aspira a conservarlo por completo dado su valor industrial.

El proyecto del Puerto también buscaba poner fin a la situación de inseguridad que generan ambas instalaciones dada la facilidad de acceso que ofrecen. De hecho, a pesar del peligro de desplome, son frecuentadas por pescadores, curiosos y grupos de jóvenes.

Todos estos inconvenientes se solucionarían con la propuesta de recuperación de los tres expertos. En su artículo, plantean crear en el segundo muelle un edificio multiusos que sería utilizado como museo y centro de formación, así como la instalación de paneles informativos en ambos cargaderos y aprovechar su situación privilegiada como miradores sobre la Ría.

Los visitantes recibirían información sobre la actividad desarrollada a principios del siglo pasado en los muelles y su papel en la evolución industrial, tecnológica y económica de Vigo.Además, la ubicación de los complejos también facilitaría el conocimiento sobre la industria pesquera y, más en concreto, la de las bateas de mejillón instaladas en toda la bahía.

Este nuevo emplazamiento del patrimonio arqueológico-industrial brindaría asimismo la oportunidad de dar a conocer la riqueza natural e histórica de la bahía, con episodios tan apasionantes como la batalla de la Rande o el lazareto de la isla de San Simón.

Los autores del estudio también sugieren destacar el valor arqueológico de Monte Penide, visible desde la zona y"uno de los complejos más importantes del noroeste español" formado por petroglifos, dólmenes, grabados en roca y otros elementos de interés, los más antiguos, pertenecientes al Paleolítico inferior.

El edificio multiusos podría acoger exposiciones y otras actividades sociales y educativas para el público en general, así como iniciativas de formación relacionadas con el desarrollo tecnológico y económico de la zona.

El trabajo también propone instalar una nueva cinta transportadora en el segundo muelle para tratar de reproducir su funcionamiento original, así como habilitar zonas de parque y sendas que permitan disfrutar de los muelles como lugares de ocio y esparcimiento.