Construir Peinador no fue una tarea sencilla. Así consta en la historia del aeropuerto vigués. Su historia se inició en 1927. El Decano informaba de la resolución del Gobierno que declaraba de interés general la construcción de un aeródromo aduanero. Fue el primer paso después de que la ciudad asistiera en años precedentes a exhibiciones aéreas. Aquellos 'artefactos', como le llamaban algunos, aterrizaban en Coia o en O Vao.

Dos años después de aquella orden, no se había realizado casi nada del proyecto. Lo único fue permitir que el puerto de Vigo se convirtiera en el lugar establecido para que llegaran hidroaviones. Después se amplió ese espacio hasta Cesantes. Las autoridades creían que el negocio era el transporte de correspondencia. Incluso diseñaron una ruta que uniría Vigo con Madrid, Salamanca y Oporto. No llegó a realizarse nunca.

El aeropuerto también tenía un componente militar. Comenzó varios años después de la declaración del Gobierno la búsqueda de terrenos. Y entonces se produjo una curiosa batalla. El primero que se ofreció para acoger el aeropuerto fue el Ayuntamiento de Porriño. Sus responsables dijeron que estaban dispuestos a ceder de forma gratuita un amplio espacio de terrenos en el actual polígono de As Gándaras. Los responsables de la época lo visitaron, pero no quedaron nada conformes. Alertaban de la posibilidad de que se produjeran constantes inundaciones en la zona.

Otra de las opciones era ubicar el aeropuerto en Valladares. Tampoco se concretó por que en el camino hacia ese lugar se encontraron con José Lorenzo, el propietario de un restaurante ubicado en el alto de Puxeiros. Les mostró un boceto con el diseño que había realizado Jenaro de la Fuente. El lugar elegido era Peinador, aunque debía arreglarse el terreno, muy desnivelado.

Después de muchas discusiones, se aprobó el proyecto. Además, contaba con la ventaja de que se encontraba conectado con la línea del tranvía que unía Vigo con Porriño. La situación de la instalación parecía la idónea.

Pero su construcción tardó años. El Ayuntamiento de Vigo la impulsó a través de diversas iniciativas. Una de las más importantes fue las aportaciones que realizaron diversas empresas locales. Los trabajos de los obreros era lento, por lo que se decidió realizar una 'reclutación voluntaria' de trabajadores en Mos, Vigo y Lavadores. Tenían que colaborar durante dos días al mes. Si no acudían, la multa era de doce pesetas, una enorme cantidad para aquella época.

Pero llegó un nuevo contratiempo para el aeropuerto vigués. Las obras estuvieron paralizadas durante un tiempo, ya que el Gobierno decidió invertir en el aeropuerto de Santiago. Fue otro nuevo revés que se superó, aunque para ello se necesitaron muchas conversaciones y reuniones. Las autoridades viguesas reclamaban una y otra vez que se aceleraran los trabajos. Entre sus argumentos figuraban su estratégica posición, ya que se encontraba muy cerca de Portugal.

El Gobierno no parecía demasiado interesado en el desarrollo de la infraestructura. Entre otras cosas, porque ya había descartado convertir Peinador también en una base militar, que finalmente se ubicó en Salamanca.

En 1954 llegó el primer avión de la desaparecida Aviaco a Peinador. Comenzaba una nueva era para Vigo y su comarca. Por el camino se habían superado múltiples obstáculos, como la falta de financiación para las obras e incluso el riesgo que corrían los obreros en los trabajos para dejar el terreno liso. Se invirtieron miles de horas con materiales rudimentarios. La pista tenía una longitud de 1.500 metros. A lo largo de la historia, el aeropuerto vigués ha sufrido numerosas transformaciones, pero todo comenzó en 1927 con una histórica decisión del Gobierno. Quizás en ese momento se dio el primer paso que resultó fundamental en la economía de toda una comarca, tal como sucede en la actualidad.