Vigo ha perdido en apenas 24 horas a dos referentes de la escena social: Gonzalo Villar y Rubén Losada. Este último lo hacía con 97 años, después de ver crecer la ciudad apostado tras la barra del Café Goya.

Rubén Losada era el propietario de la emblemática cafetería (así fue al menos hasta los años 80, cuando cambió de manos) en la que Laxeiro celebraba sus tertulias o Maximino Keyzán daba vida a sus primeras sesiones teatro. Allí donde la burguesía viguesa se daba cita y los ilustres se encontraban para conversar. Carlos Oroza o Carmen Kruckenberg le dieron solera también al Goya, que echó el cierre un 1 de enero de 1999, después de calentar el alba a los últimos trasnochadores de aquel no tan lejano fin de año.

En este diario, Fernando Franco le dedicó algunas páginas a su vida, intensa, extensa y memorable. "Apostado tras la barra vi crecer la ciudad de 70.000 a 300.000 vigueses", contaba. Y en ese largo viaje, el café sufrió varias reformas. incluso lució un mural escultórico abstracto del marinense Ramón Deside.

Su café, en la calle Urzáiz, estuvo abierto casi seis décadas, desde 1934 hasta 1999 (fue fundada por su padre), y por allí desfilaron varias generaciones de vigueses. Fue "espacio de tertulias, escenario de incontables banquetes de bodas, de sesiones de café teatro clamorosas...", recogía años atrás el decano. El Goya fue el local de Vigo por excelencia una vez cerrado el Derby.

Rubén Losada tenía dos hijos: Cristina y Rubén, ex de Os Resentidos.