Ramos de flores, cajas de bombones, cenas románticas... Muchas parejas celebraron ayer el día de San Valentín por todo lo alto. La fecha por excelencia de los enamorados dejó estampas de lo más variopinto. Los más atrevidos suelen ser aquellos que comenzaron su relación hace pocos meses, pero no son los únicos que lo festejan. Varios matrimonios viven diariamente un San Valentín que perdura desde hace 60 años. Para ellos los regalos son totalmente prescindibles, y es que lo que buscan es la tranquilidad que les proporciona la casa de toda su vida acompañados de quien ha sido su pareja desde hace ya más de seis décadas.

Manuel Doval (84)y Ana Crespo (81), de Beade, se conocieron comiendo. Ella le llevaba los alimentos a su hermano, que trabajaba en el campo olívico. En un gran descampado del centro de la ciudad se juntaban numerosos operarios que almorzaban juntos, y allí surgió el amor. "Nos miramos fijamente y nos dimos cuenta de que estábamos hechos el uno para el otro", comentan. No tardaron mucho en tener la primera cita y poco después llegó su primer beso. "Me lo dio en el cine y yo no me lo esperaba", señala Crespo, quien añade que "al llegar a casa me lave la cara para que mis padres no notasen nada".

Tras cinco años de noviazgo contrajeron matrimonio en la iglesia de Beade en 1957. Fruto de su enlace llegaron después seis hijos, ocho nietos y dos bisnietos. "Estamos muy orgullosos de la familia que hemos formado. Son todos magníficos y muy buenas personas", celebran.

Más tradicional fue el primer encuentro entre Leopoldo Fernández (87) y Laura Abalde (83), también vecinos de Beade. "Fue en un baile celebrado en la calle Pardavila. A ambos nos gustan mucho y el azar quiso que nos encontráramos en uno", recuerdan. Tres años después se casaron y el próximo mes de mayo celebrarán 60 años de matrimonio. "Hasta que pasamos por el altar no convivimos bajo el mismo techo y no sabíamos si funcionaría. A la vista está que sí", bromean.

Para ellos, el secreto de su imperecedero amor radica en el respeto mutuo y principalmente en no discutir. "Ahora las parejas se divorcian pocos días después de casarse y eso es porque no lo hacen con amor", comenta Fernández. "Cuando vives con alguien es normal tener roces, pero si los afrontas con educación y respeto, algo que se está perdiendo en los últimos años, te servirán para mejorar", añade su esposa.

Los viajes estuvieron muy presentes en ambos matrimonios, aunque de manera muy distinta. Doval, electricista de profesión, estuvo embarcado en numerosas ocasiones. Sus viajes a Sudáfrica o Argentina le apartaban de su hogar durante varios meses. "La mejor manera de soportar la distancia es alimentándote con el deseo de ver a los tuyos", confiesa. Sus travesías también le alejaron de sus hijos. "En una ocasión me tuve que ir a las pocas semanas de nacer uno de ellos y al regresar no me reconocía", recuerda.

Leopoldo y Laura, en cambio, no pudieron salir de Vigo hasta que finalizó su vida laboral, aunque cuando dispusieron de una ocasión tomaron el primer avión. "Nos fuimos a Mallorca y Benidorm a disfrutar del buen tiempo", rememoran.

Ambos matrimonios confían en seguir sumando celebraciones los próximos años. "Lo tenemos muy complicado pero habrá que intentar llegar a las bodas de platino", bromean.