La presencia de intérpretes en los juzgados es cada vez más necesaria. Cuando un ciudadano de otro país acaba ante un juez, estos profesionales son claves para que el proceso se lleve a cabo con las debidas garantías. Es habitual que los tribunales vigueses pidan los servicios de un intérprete para los más variopintos idiomas, desde el rumano hasta el ruso pasando por el árabe, el chino o el senegalés. Y la cosa se fue a torcer ayer con la lengua extranjera cuyo uso está más generalizado: el inglés. Ocurrió en un juicio a un empresario británico -el que en 2013 compró la piedra del restaurante El Castillo del Castro con la intención de reconstruirlo en su país-, al que su expareja acusa de maltrato psicológico. Una intérprete lo asistía durante el interrogatorio, pero la deficiente traducción provocó las quejas de la abogada defensora, unas primeras advertencias de la juez y finalmente que la magistrada parase la vista y le pidiese a la profesional que abandonase la sala para buscar un nuevo intérprete. La casualidad quiso que en el juicio como oyente estuviese un joven traductor inscrito oficialmente en las listas de la Xunta, que se ofreció de inmediato para ejercer en la vista, por lo que tras trámites de urgencia el proceso pudo seguir.

El juicio se celebraba en el Juzgado de lo Penal número 1 de Vigo. Todo ocurrió mientras la intérprete traducía al inglés al acusado, Thomas Rothschild, las preguntas que formulaba la letrada de la acusación particular y, a su vez, explicaba a la juez y a las partes en español lo que el hombre respondía. La defensa se quejó varias veces de la traducción, ya que, exponía, percibía por sus propios conocimientos del idioma que la profesional no trasladaba correctamente a su cliente las preguntas ni traducía bien lo que él decía. También la juez lo notó y se dirigió a la profesional varias veces. "Esto es muy importante, ¿tiene claro que es capaz de traducir?", le preguntó una de esas veces. El interrogatorio siguió pero finalmente la magistrada -al intervenir una vez más la abogada del empresario e incidir en que se estaban vulnerando los derechos de su representado- tuvo que tomar la decisión de pedirle a la intérprete que abandonase la sala. Ésta argumentó que era la segunda vez que hacía una traducción judicial en inglés y la magistrada le explicó que necesitaba a alguien que llevase a cabo el proceso de forma más ágil, en forma de traducción simultánea.

El interrogatorio al acusado estuvo a punto de suspenderse para otro día, pero un joven que asistía como oyente acabó realizando la traducción al estar inscrito en las listas de la Xunta. El Gobierno autonómico tiene a disposición de juzgados y fiscalías un servicio de traducción e interpretación que presta una empresa adjudicataria. Una eterna demanda desde varios ámbitos, que en su día se elevó al juez decano y al TSXG, es que las traducciones las hagan licenciados en la materia, algo que sigue sin ser requisito imprescindible en la actualidad.

Y en cuanto al acusado del proceso de ayer, la acusación particular pide pena de cárcel y fiscal y defensa plantean la absolución. Él niega el maltrato psicológico, pero su expareja afirma que se prolongó durante años: "Este señor era mi dueño".