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Controladores para tierra firme

Los empleados del Sistema de Ayuda a la Explotación trabajan para subsanar cualquier tipo de incidencia y conseguir que todos los autobuses de Vitrasa cumplan sus horarios

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Centro de control de Vitrasa

El verde se apodera de las calles de Vigo. Al más puro estilo de lo que ocurre en Nueva York con los taxis de color amarillo, numerosos autobuses de Vitrasa circulan cada día por las calles de urbe olívica. Más de un centenar de vehículos conducidos a diario por casi 300 personas. No es sencillo tenerlo todo controlado, pero desde el Sistema de Ayuda a la Explotación (SAE) trabajan para que todo transcurra con normalidad las veinticuatro horas del día.

Pilotos y usuarios se benefician diariamente de su trabajo en la sombra, imprescindible para que se cumplan horarios y se eviten incidencias. Ellos son los ojos de todas aquellas personas que suben en algunos de los autobuses de la concesionaria del servicio de transporte de la ciudad. "Es imposible que con más de 100 buses circulando al mismo momento por la ciudad no tengamos incidencias", comenta uno de los controladores, quien añade que "nuestra misión es solucionarlas a la mayor brevedad y perjudicando lo menos posible a los pasajeros".

Desde el centro de operaciones del SAE trabajan con multitud de datos. Todo aquello que pasa en cada uno de los vehículos queda registrado. Lugar por que está pasando, distancia a la próxima parada, viajeros que se han subido en cada lugar y metros, minutos o segundos con los que está circulando de retraso o adelanto son algunas de las verificaciones más comunes. Todo ello lo puede conocer el conductor en tiempo real. "Nosotros estamos en permanente contacto con los trabajadores, bien por mensaje de texto o bien por un altavoz que tienen en la cabina y que permite una comunicación inmediata en caso de que ocurra alguna incidencia reseñable", explica uno de los controladores.

Las pantallas que marcan el tiempo que falta para la llegada de un bus y que están situadas en las paradas repartidas por toda la ciudad también son modificadas desde esta oficina. "Lo que buscamos es lo mejor para el cliente, que se sienta seguro, cómodo, que tenga la mayor información posible y que cuando se baje del autobús lo haga satisfecho con el viaje que ha realizado", comenta un trabajador.

Pese a lo rutinario que puede parecer su trabajo, no existe tiempo para el aburrimiento. Manifestaciones y sobre todo accidentes ponen en alerta a los controladores, que no solo tienen que solucionar el perjuicio sino que deben hacerlo rápidamente. Uno de ellos vivió en primera persona el fatal atropello de un matrimonio el pasado 7 de enero y que se saldó con la muerte de Josefa Nodar Manso, de 59 años. "Son momentos complicados, pero debemos ceñirnos al protocolo que tenemos y actuar con la mayor templanza que podamos", comenta.

Lo primero que hace un trabajador del SAE tras un accidente es contactar con los servicios de emergencia para que acudan de inmediato a la zona a atender a las víctimas. Acto seguido se vuelven a poner en contacto con el conductor que en ese momento iba pilotando el vehículo para comprobar su estado de ánimo y, por último, desplazan hasta el lugar un nuevo autobús y otro conductor para que acabe el servicio.

Una de las características de los trabajadores de este centro de mandos es que previamente han tenido que pasar por el volante de uno de los buses de la compañía. "Para entender lo que está padeciendo uno de nuestros conductores debemos haberlo sufrido antes", señala un controlador.

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