Las primeras veces que se aplicó terapia electroconvulsiva en los hospitales públicos vigueses se hizo con una máquina metida en un maletín con el forro interior de satén rojo, que los profesionales trasladaban del Rebullón a un quirófano del Xeral, donde enchufaban a la corriente. La tecnología ha avanzado y, desde entonces, ya han trabajado con otros dos equipos.

La terapia se desarrolla ahora en una sala de Reanimación del Meixoeiro. Se aplica con pacientes ambulatorios, que vienen de sus casa esa mañana en ayunas. Las anestesistas, que ya le han hecho una completa valoración y evaluación previa, le ponen un relajante muscular para evitar fracturas y una anestesia general de corta duración.

Tras monitorizar al paciente para controlar sus constantes, se coloca un electrodo en cada sien y se aplica una pequeña descarga eléctrica "durante tres o cuatro segundos", que solo pasa de un lado a otro del cerebro. Hay programas de distinta intensidad, que van de los 50 a los 200 culombios. A las pocas horas, tras desayunar y recuperarse, regresan a sus casas.

La terapia empieza con dos sesiones a la semana y se va espaciando. A la octava se suele percibir la mejoría, aunque algunos, pocos, se convierten casi en TEC dependientes", cuentan en el Meixoeiro.