La promotora del centro comercial de Pizarro no ha podido cumplir con el calendario previsto e inaugurar el complejo a final de año como se preveía inicialmente. La complejidad de la excavación ha condicionado los plazos del proyecto desde el minuto uno y sus responsables confían en que una vez resuelta esa parte la obras estén concluidas a finales del mes de abril. "La estructura está casi completa y una parte de la fachada ya es visible. Queda otra mitad por colocar", apuntan desde la obra en la que se trabajaba ayer a pleno rendimiento con una dotación de entre 40 y 50 operarios.

Los promotores atribuyen a la "dureza de la roca" que se encontraron en el solar las dificultades para poder completar el vaciado del solar y dejar espacio para las tres plantas de sótano en las que está previsto habilitar más de 300 aparcamientos. Las dos plantas en altura escalonadas son las destinadas a superficie comercial y oficinas. Por ahora sigue garantizado el desembarco de Mercadona en uno de los locales principales que da a la calle Pizarro y resta por comercializar algo más de 1.400 metros cuadrados de superficie.

Desde la promotora reconocen que se sigue negociando con un par de operadores, pero por el momento y a la espera de concluir la obra aún no hay ningún acuerdo cerrado para las zonas comerciales o las cuatro oficinas previstas en el proyecto. Tras meses en los que parecía que no avanzaban los trabajos al no ser visible desde la calle, ahora ya se perciben con claridad las dimensiones del nuevo complejo al estar "casi completa" la estructura y centrarse ahora la obra en los cerramientos y acabados exteriores.

El local reservado por Mercadona se entregará vacío y es la empresa de distribución la encargada de acondicionarlo una vez finalizado el centro comercial para abrir su nuevo supermercado.

La cubierta del inmueble será transitable a modo de terrazas y complementará el parque público situado en la parte alta de la finca. Se conectarán esta zona con Pizarro a través de unas escaleras. La primera planta tiene una superficie de 3.500 metros cuadrados y la segunda, retranqueada hacia atrás, se queda con 1.663 m2. El proyecto se materializa diez años después de que se hubiera aprobado el Plan Especial y se otorgase licencia a otra promotora interesada que no llegó a ejecutar el proyecto. La finca acabó siendo subastada y se la quedó Novagalicia, que ya operando como Abanca se la vendió al industrial Enrique Lloves soler, que logró una nueva licencia para un centro comercial de 16.700 m2. El proyecto pudo seguir adelante tras la anulación del Plan Xeral de 2008 porque ya tenía todos los permisos y encaja con el planeamiento de 1993.