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Con el Paleolítico en el trastero

Los restos hallados en bolsas para escombros forman la colección de García de la Villa, exjefe de Psiquiatría del Chuvi, fallecido en 2014

Un operario retira los sacos de escombros en los que se arrojó las piezas la semana pasada. // J. Lores

Incógnita resuelta. El pequeño tesoro arqueológico que dos vecinos hallaron el viernes entre sacos para escombros en la calle da Paz, en Torrecedeira, perteneció a uno de los psiquiatras más prestigosos de la ciudad: José Manuel García de la Villa, fallecido en agosto de 2014 y quien llegó a ejercer como jefe de Psiquiatría del Chuvi.

Su larga y completa carrera como psiquiatra en hospitales de toda Galicia no impidió a García de la Villa encontrar tiempo para otros intereses. Era un amante de la fotografía, de la que echaba mano con frecuencia para documentar acontecimientos, tradiciones... Y también -sobre todo durante su época como estudiante en la Universidad de Salamanca- era un enamorado de la historia. Sobre el papel, a través de los libros. Y sobre el terreno, donde aplicaba sus conocimientos con vocación de arqueólogo.

Su viuda, María Antonia Andrés, recuerda como en sus años de estudiante en la ciudad charra, García de la Villa solía visitar con un amigo la vecina Arapiles en busca de vestigios del pasado. Allí, en los cerros donde en 1812 se escribió uno de los capítulos clave de la Guerra de Independencia, tiró de sus conocimientos para recabar las primeras piezas de una colección arqueológica que con el paso de los años crecería con piedras, cerámicas... recogidas en otros lugares. Su espíritu metódico le llevó además a catalogarlo todo.

Tras décadas de intenso trabajo, cosechar logros y recibir el reconocimiento en sus compañeros, García de la Villa falleció en agosto de 2014, con 68 años. Aquella colección arqueológica que había empezado en su etapa de universitario y que había llevado consigo a lo largo de sus diferentes destinos terminó guardada en cajas en su piso, en Vigo. Al final de su vida -explica su esposa- su interés se había orientado hacia otros temas y centrado en la Psiquiatría.

Después de varios años su viuda decidió ganar espacio en el trastero. El viernes de la semana pasada encargó que lo limpiaran y entre las cajas que terminaron en la basura estaban las dos que contenían los vestigios arqueológicos que su marido había recolectado y estudiado décadas atrás. Las piezas acabaron en dos grandes sacos para escombros situados en la calle da Paz, en Torrecededeira, mezcladas con trozos de ladrillos, desechos de hormigón y tablas astilladas. Muchos de los vestigios estaban etiquetados y numerados, lo que llamó la atención de dos vecinos que iban a tirar la basura. Al sospechar que podían tener valor histórico alertaron a la policía.

Paleolítico y cultura castreña

Las piezas se custodiaron en el Museo Quiñones de León y fue allí donde las examinó el lunes un experto en la materia. A la espera de un examen más completo y minucioso, su primer análisis señala que el material tiene "valor e interés histórico". Algunas de las piezas estarían asociadas al Paleolítico de A Guarda y otras se vinculan con la cultura castreña de Ourense.

Ayer la viuda no salía de su asombro por la repercusión que ha tenido la noticia: "Es surrealista". "Las piedras", explica, "han estado viajando a todos los sitios donde ha vivido mi marido, que siempre ha ido con ellas a cuestas". "Hacia mucho tiempo que ya no eran su interés. Cuando pensábamos en qué hacer con ellas planteábamos catalogarlas y llevarlas a un museo, pero como él siempre tenía muchas cosas que hacer nunca se ponía a ello. Y cuando ahora, a la hora de la verdad, me limpiaron el trastero, tiraron con todo lo que había, incluidas las piedras. Había unos contenedores enfrente y allí terminaron. No se me ocurrió. Son piedras que se cogieron hace 40 años". Ahora, reconoce, considera "una tontería" que el material hubiese acabase entre cascotes.

Su deseo tras el revuelo que se ha generado es donar las piezas al Museo Quiñones de León, donde permanecen desde el viernes por la tarde y donde las ha examinado un experto esta misma semana. "Si las admitieran, me parecería perfecto", comenta. Las dos cajas que se vaciaron en los sacos para escombros son las únicas con vestigios que había coleccionado su marido. Sí conserva muchos libros que está ofreciendo entre sus conocidos. Otros volúmenes, como alguna enciclopedia, plantea donarlos a una biblioteca, aunque lamenta las dificultades del proceso.

"Son piedras que mi marido cogió hace 40 años y las llevó con él a todas partes"

  • El interés de José Manuel García de la Villa por los vestigios arqueológicos se fue apagando con los años, pero eso no impidió que conservase siempre la colección de piezas que inició durante su época de universitario y que las llevase consigo allí donde se instalaba. Su viuda, María Antonia Andrés, recuerda que buena parte del material "son piedras que recogió hace 40 años". "Han estado viajando a todos los sitios a los que ha ido, siempre de un lado a otro. Iba con ellas a cuestas", bromea.A lo largo de su dilatada carrera García de la Villa ejerció como psiquiatra en Toen, Conxo y Rebullón. También ocupó el cargo de Subdirector del Hospital Psiquiátrico en este último centro y el de Jefe de Servicio del Chuvi. Desde 1992 desarrolló su labor en la Unidad de Salud Mental de Coia.

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