Más de un centenar de islas de origen granítico y coralino con más de 65 millones de años de antigüedad conforman el archipiélago de Seychelles. A lo largo de su historia, las subidas y bajadas del nivel del mar las han mantenido aisladas o conectadas entre sí. Y lo mismo ha pasado con su fauna y flora. La investigadora Sara Rocha, del grupo de Filogenómica y Cáncer del campus vigués, rastreó durante varios años las diferencias entre 8 grupos de reptiles para determinar la posible existencia de diferentes especies entre islas. Sus resultados determinaron "una diversidad mayor de la que se conocía" y, en algunos casos, la presencia de "dos, tres o incluso más especies" en lugar de una sola como se pensaba.

Rocha, que realizó estos estudios durante su doctorado, utilizó secuencias de genes y árboles de evolución construidos con éstos para establecer de manera pionera procesos y patrones de colonización y diversificación de reptiles -entre ellos, lagartos, geckos y tortugas- en Seychelles y también en otras islas del Índico como Comoras y Madagascar. Además recogió muestras de especies continentales en Tanzania para comparar sus resultados.

En algunos casos, Rocha completó los patrones genéticos con datos morfológicos que permiten reconocer a cada una de estas nuevas especies, que casi alcanzan la decena, observándolas en su propio hábitat.

La investigadora, natural de Viana do Castelo, colaboró en estos análisis con expertos del Centro de Investigación en Recursos Genéticos y Biodiversidad (Cibio) de Oporto, así como con expertos de Alemania o EE UU y la propia Fundación Islas Seychelles.

"Las poblaciones de las islas son muy vulnerables a la extinción. De hecho, un número muy elevado de especies desaparecidas en los últimos 400 años eran endémicas", destaca Rocha sobre la necesidad de estudios de este tipo para poder conservarlas.

De hecho, sus análisis determinaron una estructura geográfica clara, pero también una baja diversidad genética en muchas especies de los reptiles analizados, lo que significa que "no disponen de las herramientas para hacer frente a posibles cambios y, por lo tanto, son más vulnerables".

La experta asegura que el archipiélago es "un buen ejemplo" de conexión entre las investigaciones y los trabajos de conservación: "Me motiva seguir en contacto con las islas. Tengo una relación muy buena con la gente de la Fundación, la comunicación con ellos es fácil y nuestros resultados se tienen en cuenta. Son conscientes de la naturaleza única de Seychelles y de su gran valor y resulta muy interesante pensar en proyectos y soluciones conjuntas".

Rocha, que dispone actualmente de un contrato postdoctoral Juan de la Cierva, trabaja con datos genéticos de un grupo de caracoles marinos de Cabo Verde -del género Trovaoconus- dentro de un proyecto financiado por el Ministerio de Economía.

"Secuenciamos miles de genes para aprender un poco más sobre su evolución y conocer cuántas especies existen. Son un grupo muy interesante porque utilizan un veneno bastante potente y estas toxinas pueden utilizarse en fármacos para combatir el alzhéimer o el parkinson. Estas sustancias dependen de su dieta y por eso estudiamos la relación entre el tipo de presas y el veneno que utilizan para neutralizarlas", explica.