Entre el 30 y el 60% de los pacientes que han sufrido un ictus, a los seis meses, siguen padeciendo problemas de movilidad en el miembro superior. Cuanto más tiempo le dediquen a realizar ejercicios, más favorecerán la recuperación motora. De ahí que, en los últimos años se hayan desarrollado en el mundo medio centenar de prototipos de robot para la rehabilitación de los enfermos con daño cerebral. Un consorcio de empresas e instituciones gallegas, en el que se encuentra Povisa, trabaja desde 2013 en el desarrollo de uno que supere las limitaciones de los existentes. Ya tienen el prototipo y ahora van a "depurar" su funcionamiento con el objetivo de que el hospital concertado pueda probarlo en pacientes en 2018.

La máquina consiste en una mesa y un brazo robótico que se ensambla al brazo débil del paciente a la altura de la muñeca o la mano y permite reproducir diversos movimientos. Si el paciente lo necesita, le asiste para culminarlos. Si pretende fortalecer el músculo, puede ofrecer resistencia. Se adapta para que la persona pueda hacer ejercicios de pie o sentado. En la mano tendrá un guante "sensorizado" para registrar los movimientos, que se verán en un monitor. Con la ayuda de un sistema de realidad virtual, se situará al usuario en escenarios cotidianos, como un baño o una cocina, donde entrenar movimientos útiles para su independencia, como cortar la comida, coger un vaso, poner una cafetera...

La clave de esta terapia es el aprendizaje a base de la repetición insistente de los movimientos, que el robot le permite ejecutar sin errores y sin fatiga. Incluye un sistema de análisis de los ejercicios realizados por el paciente mediante vídeos.

El proyecto está liderado por Balidea y, además de Povisa -que se encarga de la validación clínica-, forman parte del consorcio el centro tecnológico AIMEN, las ingeniería DGH y i3Te y la empresa Ficción. La iniciativa comenzó con el proyecto Fisiorob, cofinanciado por el Centro de Desarrollo Tecnológico Industrial y el Fondo Europeo de Desarrollo regional. La Axencia Galega de Innovación vio con buenos ojos el prototipo resultante y, para que lo terminen, les ha concedido un presupuesto de 1,33 millones, en el marco del programa ConectaPEME 2016, subvencionado también con fondos europeos. "En Galicia nadie había intentado algo parecido previamente y en España hay muy poquito y validado a nivel clínico, no he encontrado nada", destaca el jefe del Servicio de Rehabilitación, Miguel Ángel López.

Mientras las empresas depuran el funcionamiento del robot, el hospital solicitará al Comité de Bioética el permiso para investigar con él y, después, a la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios, la autorización para poder usarlo con pacientes. Prevén que en 2018 ya puedan probarlo con 10 o 15 personas con daño cerebral y, si sale bien, iniciar un ensayo clínico para comparar sus resultados con la rehabilitación convencional.