Cuando se manipulan piezas de hasta 180 toneladas de peso ningún movimiento puede dejarse a la improvisación. Pero si además hay que izarlas a 118 metros con una grúa instalada sobre los pilones de un puente atirantado que soporta tableros de 1.500 metros de largo desde hace 35 años, entonces antes de abordar la operación definitiva el protocolo de seguridad requiere de incontables comprobaciones. Cualquier fallo, como una imprecisión en las medidas o una débil soldadura, pondría en riesgo vidas humanas, así que esta clase de preparativos son los que absorben estos días la concentración del medio de centenar de operarios y técnicos desplegados en el dispositivo que a pie del pilar norte de Rande preparan la subida de las estructuras de refuerzo que permitirán al emblemático viaducto aguantar otros dos carriles.

La primera de las piezas, fabricada por la ourensana Dizmar, llegó en la noche del martes a la orilla morracense a bordo de una barcaza de la UTE adjudicataria del complejo proyecto (Dragados y Puentes). Pero la pintoresca tranquilidad que reina en estas aguas la perdieron a primera hora de la mañana de ayer. Como intuyendo la delicada maniobra en ciernes, los aficionados a la pesca de choco desaparecieron del paisaje. En su lugar apareció una flotilla de lanchas auxiliares que no paraba de dar vueltas de un lado a otro del estrecho con ingenieros a bordo o desembarcando obreros en la zapata del pilar para relevar a sus compañeros. La actividad no cesaba ni un minuto. Tanto abajo como en la cúspide del pilono, donde los pilotos de la grúa seguían por teléfono las instrucciones constantes de los responsables de la obra apostados junto a la pieza.

Sobre las 16.00 horas la estructura de Dizmar ya estaba unida por cuatro grilletes a los cables de la gigantesca pluma. A partir de este momento comenzó a subir aunque a una velocidad imperceptible, según los operarios, de "50 centímetros por hora". Así que no fue hasta bien pasadas las cinco de la tarde cuando los cables se habían tensionado y en combinación con la bajada de marea la pieza acabó desprendiéndose de la cubierta de la barcaza.

De los resultados de esta prueba de carga, como llaman los técnicos a la operación que tiene como finalidad comprobar la potencia de la grúa y la resistencia de la base que la soporta, dependerá la evolución de los trabajos en los próximos días. Anoche la pieza continuaba su lento ascenso situándose todavía a escasos metros del agua. El plan de los técnicos ayer era que la subida alcanzase al menos la altura del tablero. De completarse sin detectar ningún fallo, a continuación se abordará el izado definitivo hasta la corona del pilar, al tiempo que se dará orden del traslado desde el muelle Transversal de las otras tres secciones que compone el refuerzo. Para cuando quede colocada, esta estructura ofrecerá algunas pistas más a los conductores del diseño de la desafiante ampliación.